Comentad.

Vuestra opinión es la más importante, ya que, sin ella este blog no podría seguir adelante.
Yo y mi blog necesitamos que comentéis.
Así que, ¡adelante!
Os lo agradeceré mucho.
Además si no queréis daros la lata de comentar en la misma entrada, siempre podéis mandarme un correo, con lo que queráis decirme, de cualquier tema sobre el blog, a la dirección que aparece en la página de contactos, o al Facebook, que aparece en ésa misma.
También podéis comentar en el Box de abajo, aunque yo lo use principalmente para avisaros de pequeños percánces y demás.
Muchas Gracias.

Att. D.Farrel

sábado, 15 de enero de 2011

Aviso.


¡Hola chicas!
Quería deciros que dejaré este blog un poco apartado para empezar a editar el de Dancing the Dream: Michael’s Version.
Ahora mismo estoy terminando unos pocos capítulos para ese blog, así que paciencia.
Intentaré llevar Michael’s Version al mismo nivel que este, así que tardaré en escribir aquí para poner el otro al día.
Espero que lo sigáis y comentéis también.
El link está en la parte derecha del blog, arriba.

Att. D.Farrel

P.D:

El aburrimiento es muy malo, como ya sabréis, así que creé otro blog en uno de mis días aburridos, aquí os dejo el link por si queréis leerlo:

lunes, 10 de enero de 2011

25# Suprise.



 Me cogió de la mano, pero me negué, no quería salir fuera en pijama, así que me dejó que me arreglara adecuadamente y a los diez minutos volvió a la habitación a recogerme.
Volvió a cogerme de la mano y me llevó hasta la salida de la casa.
No había nada en especial, hasta que localicé un flamante coche blanco apareciendo por el camino que guiaba a la casa.
Michael bajó los cuatro escalones que había para subir al pequeño porche que había en la entrada de la casa para dirigirse hacia el coche.
Abrió la puerta para al instante ofrecerle la mano a una chica joven morena de pelo largo y castaño, con un cierto parecido a Michael, ¿su hermana? Posiblemente.
Ella llevaba unos bonitos pantalones vaqueros y una camiseta roja, en su cara lucía una hermosa sonrisa.
Se fueron acercando entre bromas y risas a mí.

-¡Por fin conozco a tu querida amiguita! –gritó la chica acercándose a mí rápidamente y dándome un fuerte abrazo.

-Encantada…-saludé avergonzada y tímida.

-Vaya, vaya, vaya –dijo mientras daba me rodeaba –es muy guapa hermanito –comentó guiñándole un ojo a Michael.

Él soltó una carcajada melodiosa y dulce.
Me agarró de la cintura y nos llevó a las dos al inmenso salón de la casa.
Nos sentamos en el sofá de color crema que había en el centro de la sala.

-¿No me vas a decir nada de ella? Ni siquiera sé como se llama –se quejó la chica mirando de reojo a Michael.

-Denise…me llamo…Denise –me presenté cabizbaja por la vergüenza que tenía encima.

-¡Qué bonito nombre! –exclamó ella con una sonrisa, ¿siempre era tan…alegre? –Yo me llamo Janet, y soy la hermana preferida de Michael –explicó mirándole con una inmensa sonrisa que claramente decía “como lo niegues te mato” –Bueno ¿qué planes tenéis para el futuro? –preguntó poniendo sus manos sobre su regazo.

-Janet, no seas cotilla –le regañó Michael.

-Pero si soy tu hermana, y su próxima cuñada, o eso espero –inquirió fastidiada.

-Pero es nuestra vida –dijo cruzándose de brazos.

A partir de ahí empezaron una de esas típicas peleas de hermanos.
Y aunque pueda interpretarse así, yo no estaba nada molesta o incómoda, verdaderamente no podía parar de reír, no estaban gritando ni nada por el estilo, sino discutiendo animadamente.
Después de unos diez minutos peleando, y tras una colleja por parte de Janet a Michael, se calmó el ambiente.

-Ah, una cosa, yo quiero ser dama de honor eh –pidió ella con una de sus grandes sonrisas en su boca pintada de un color carmesí suave.

-Por supuesto que sí –dije yo abrazándola, había cogido mucha confianza con ella.

-¡Gracias! –me agradeció ella dándome un abrazo más fuerte que el que le dí yo a ella -¡Vaya, mira que hora es! –Exclamó mirándose el reloj que llevaba en su muñeca derecha –tengo que irme, y gracias por haberme invitado a venir Mike, adiós Denise, si quieres algo sólo tienes que llamarme, mi hermano tiene mi número, ¿de acuerdo? –se despidió moviendo la mano.

La verdad, por ser Michael, me esperaba una sorpresa tipo desayuno en la cama o algo así, al chico le gustaba cocinar, pero no podía quejarme, esta sorpresa me había encantado, Janet tenía tanta…vitalidad, sin duda íbamos a ser grandes amigas y cuñadas…próximamente.
Y ahora que lo pienso, qué rápidas han pasado las cosas en un año, pero me gustaba como marchaban las cosas, todo perfecto, nada iba a hacer que cambiase de opinión, ni siquiera que una tipa sin sangre como Lisa le haya robado el anillo de compromiso a Michael, yo siempre he creído que un anillo no prueba nada, el amor es lo que lo prueba todo, porque se nota cuando dos personas están enamoradas, un anillo es sólo un anillo, yo pienso que un beso es el sello del amor, no un anillo, pero siempre se ha hecho así.
Quizás era hora de llamar a mis padres y decirles todo lo que estaba sucediendo.
Quizás era hora de conocer a los padres de Michael.
También era hora de preparar todo para la boda, que no tenía ni idea de cuando sería, pero me gustaba tener las cosas preparadas, para lo que pudiera pasar, vaya, sin darme cuenta me estaba estresando a mi misma de una manera muy brutal.
Miré a Michael, que estaba de pié frente a la estantería de libros ojeando las páginas de un libro.
Me acerqué a él y me puse a su lado, para imitar lo que estaba haciendo, agarré un libro y miré la tapa.

-La historia interminable –susurré leyendo el título del libro mientras pasaba mi mano por la portada.

-¿Te gusta ese libro? –preguntó Michael mirándome.

-Nunca he tenido la oportunidad de leerlo…-contesté sin dejar de mirar la bonita tapa de bordes dorados.

-Pues ahora la tienes –comentó observando cómo yo empezaba a ojear las cientos de páginas que poseía el libro –podríamos leerlo juntos –sugirió agarrando el libro.

-Es una buena idea –contesté con una sonrisa mirando a sus profundos ojos marrones.

Michael sostuvo el libro con una mano y con la otra me cogió de la muñeca y me condujo hasta el sofá color crema en el que habíamos estado anteriormente.
Abrió el libro y desprendió una atmósfera especial…era algo indescriptible, ¿mágico? Podría ser.
Mientras Michael leía el libro para mí, me dí cuenta de que no era el libro el que desprendía esa magia, era Michael, con su envolvente aroma, sus preciosos rizos cayendo sobre su frente y el relajante sonido de su voz.
Ya ni siquiera prestaba atención a la lectura que estaba haciendo Michael, me había quedado observando como una tonta todas sus facciones, sus hermosas mejillas, sus labios moviéndose al compás de su voz y su perfecto perfil.
Estaba tan ensimismada con su rostro que no me dí cuenta de que ya era por la noche, pero no me importó.
Él se dio cuenta de lo que estaba haciendo así que me miró de reojo y esbozó una media sonrisa preciosa, de esas únicas suyas, pero no paró de leer.
Ya me había absorbido de tal manera su belleza, tanto exterior como interior, que sentía que el corazón se me iba a salir de un momento a otro.
Definitivamente estaba extasiada y enamorada.
En un momento dado él cerró el libro, lo depositó sobre la pequeña mesa de café que había frente al sofá y su rostro quedó justo a unos cuatro centímetros de mi rostro, puso sus manos sobre las mías y me miró con una chispa de pena en sus ojos.

-Esta mañana, mientras dormías yo estuve aquí leyendo revistas, en todas y cada una de ellas aparecía yo –empezó a explicarse bajando la mirada a nuestras manos -¿sabes cómo me llaman? No…prefiero, sinceramente que no lo sepas, cariño –continuó y sentí como mi corazón se petrificaba de pena ante sus palabras –tengo miedo campanilla, miedo a que me hagan daño, a que tenga que sufrir por culpa de ellos, pero lo peor de todo es que creo que yo no les he dado ningún motivo para que me desprecien de esa manera… ¿o si? –me dijo pensativo pero a la vez con un atisbo de tristeza en su tono de voz.

-Mike…tú no les has dado ningún motivo para que te desprecien, eres la única persona más increíblemente perfecta que he conocido en mi vida, y te prometo, que nunca jamás de los jamases permitiré que te hagan ningún tipo de daño, ninguno, ¿me oyes Michael? –Inquirí haciendo que sus tristes ojos se encontraran con los míos para darle ánimo –nadie podrá hacerte daño mientras yo esté aquí contigo, así que, no tengas miedo –concluí apartando mis manos de las suyas para llevarlas a su rostro.

Me destrozaba verle así, me destrozaba que le tratasen de esa manera tan inhumana, ¿qué demonios les pasaba? ¿Acaso no tenían sentimientos? Y hablo de todos esos que iban repartiendo blasfemia sobre él, y todo era  mentira, ¿qué conseguían de ello? Realmente, no lo entendía, no lograba comprender por qué destrozarle la vida a alguien tan…único.
Pero quería despejarle de todo ese enorme lío que estaban haciendo con él, esos enviados del demonio, y siento usar esa expresión, pero así es.

-Somos una sola persona Michael –susurré.

En ese momento rodeó mi cintura con sus brazos y me acercó a él.

-Estoy muy orgulloso de todo lo que hemos construido juntos mi dulce campanilla –comentó con un tono de voz casi imperceptible –Dios santo…te amo tanto…-susurró apoyando su cabeza en mi hombro derecho.

-Yo también te amo pequeño Peter Pan –susurré acariciando suavemente su pelo.

Y allí nos quedamos hasta altas horas de la noche.

sábado, 8 de enero de 2011

24# Human Nature.





Me quedé durante un momento enganchada a sus hermosos y profundos ojos marrones.

Sonreí y justo iba a darle la respuesta, pero alguien me agarró del hombro y tiró de mí hacia atrás, me sentía molesta y confusa, era Lisa, estaba otra vez interviniendo en donde no debía.
En cuanto Michael se percató del empujón que me había dado Lisa, cerró la cajita, se la guardó en el bolsillo y se levantó mirando desafiante a Lisa.

-¿Se puede saber qué estas haciendo aquí? –le preguntó con una chispa de molestia en la voz –ni siquiera te he invitado –le reprendió Michael alisándose su camisa roja.

-No puedes casarte con ella, Michael, es demasiada poca cosa para ti…-sonrió malévolamente mostrándose completamente segura de lo que decía –sin embargo, yo puedo complementarte más que ella -comentó acercándose a él y tocando el cuello de la camisa roja de Michael, pero él frunció el ceño y apartó la mano de Lisa de su cuello, a lo que ella respondió con una mirada acusadora.

-Lisa, pensaba que te quería, pero me has demostrado que no es así, debes asumir que la quiero a ella y no a ti, me has decepcionado, pensaba que no llegarías a estos extremos –regañó acercándose a mí y cogiéndome de la cintura –haz tu vida, seguro que hay más hombres que pueden llegar a quererte, pero lo que no pienso permitir es que te interpongas entre ella y yo –dijo mirándome tiernamente –ahora por favor, vete de mi casa.

-Lo que quieras Michael, pero si piensas que dejaré que te cases con esta…cosa –alegó señalándome con desprecio en su mirada –vas listo-prosiguió saliendo de la casa.

Me percaté de cómo la gente no quitaba su mirada de nosotros, yo me abracé a Michael más fuerte.
Realmente, Lisa estaba completamente chiflada.
Decidí olvidarme de ese incómodo momento, me giré para quedar frente a Michael y cogerle de sus suaves manos, él cogió aire, cerró los ojos y soltó el aire que había cogido lentamente, para después dedicarme una tierna sonrisa.
Solté una de sus manos para intentar buscar el anillo en sus bolsillos, pero no lo encontré así que miré a Michael preocupada, él dejó de sonreír para tocar todos los bolsillos que tenía en el traje que llevaba puesto, pero tampoco encontró la cajita con el anillo, así que frunció el ceño y volvió su mirada a todos los que estaban en la sala de abajo.

-Muchas gracias a todos por venir, pero es hora de irse –despidió a la gente con una falsa sonrisa y desvió la mirada hasta Liz –por favor Elizabeth, quédate, necesito tu ayuda –ella se limitó a asentir seria.

Michael se acercó a mí, me besó la frente y me susurró un: tranquila, todo saldrá bien, su voz era tan relajada y me calmaba.

La gente fue saliendo poco a poco de la sala, me senté en las escaleras y puse mis manos sobre mi cara, no iba a llorar, sólo me notaba cansada y sentía que en este mundo sólo quería estar a solas con Michael.

Como se lo pidió Michael, Elizabeth ya estaba al lado nuestro.
Michael la saludó triste y le explicó todo lo que había pasado:

-Verás Liz, creo que Lisa me ha robado el anillo de compromiso que le iba a dar a Denise –comentó cabizbajo-y no sé lo que hacer.

-No te preocupes, Mike, buscaremos una solución y os aseguro que os casaréis, tendréis hijos y seréis felices para siempre comiendo perdices –dijo Liz con un tono burlesco en su voz.

-Eso espero, muchas gracias Elizabeth –agradeció Michael dándole un abrazo a la honesta mujer.

-Todo saldrá bien Michael, tranquilo –dijo Liz ronzando el brazo de Mike-ahora tengo que irme a solucionar un par de cosas mañana volveré, hasta mañana Denise –se despidió agitando la mano.

-¡Hasta mañana Liz! –me despedí de ella animadamente.

Michael me dedicó una cálida mirada y media sonrisa, eran tales las sensaciones que desbocaba en mí que no sabría describirlas con claridad,
Pero aún así un atisbo de tristeza envolvía su mirada.
Quería quitarme aquel incómodo vestido y ponerme un pijama, pero no sabía donde dormiría, la sorpresa me la llevé cuando se lo pregunté a Michael y me dijo que a partir de ese momento dormiría con él.
Sentí una total vergüenza envolviendo mi mente y mi cuerpo, tanta que no pude evitar sonrojarme, él se percató de ello y esbozó una sonrisa llena de picardía.
Estaba en mi naturaleza humana sonrojarme cada vez que él me decía algo de ese tipo, aunque fuera una mínima cosa, siempre me sonrojaba.
Me acompaño a nuestra habitación ya que él también tenía que cambiarse de ropa.
Yo necesitaba relajarme así que decidí darme una ducha.
Definitivamente fue una noche muy movida, la fiesta, la declaración, la aparición de Lisa, la pérdida del anillo…

Terminé de ducharme, me fui a la habitación que sólo estaba iluminada por la tenue luz de la pequeña lámpara que había sobre una mesita situada al lado derecho de la cama, me gustaba que el ambiente estuviera así de calmado, me acerqué a la cama y caí exhausta sobre ella,minutos después, Michael apareció con su pijama azul y naves espaciales estampadas en él, sujetaba un osito de felpa, con un aspecto un tanto antiguo, con su brazo y lo llevaba pegado a su pecho, realmente era una imagen que podría enternecer a cualquiera.
Se tumbó a mi lado y me ofreció el osito, lo cogí y lo sostuve en el aire admirando la simplicidad del diseño del oso.

-Se llama señor Muffin –dijo Michael mirando al osito con cautela.

-Pues…encantada señor Muffin –saludé infantilmente al osito mientras seguía sosteniéndole en el aire.

-Me ha acompañado desde que tenía diez años, fue un regalo de mi abuela materna –dijo con una tierna luz que iluminaba sus ojos, la luz que refleja los recuerdos –conoce todos mis secretos, así que si quieres saber algo sólo tienes que preguntárselo –finalizó esbozando una sonrisa.

-Toma –le ofrecí el osito con una sonrisa – ¿sabes?, aunque no poseas el anillo, voy a responderte a la pregunta que me hiciste antes –dije sentándome con las piernas cruzadas sobre la cama, él repitió mi movimiento y quedó justo enfrente mía en la misma posición que yo y con una sonrisa que deslumbraba toda la habitación.
-Creo que te amo lo suficiente como para dar este gran paso Michael, así que…sí, quiero casarme contigo –contesté y él deshizo su postura para abrazarme, lo que provocó que yo también deshiciera mi postura, entonces quedó instantáneamente encima mía.

Podía inspirar su dulce aroma a canela y vainilla, me encantaba esas esencias que él usaba para perfumarse, eran tan apetecibles.

Desde que lo conocí pensé que todos los hombres del mundo deberían tenerle envidia, creía que esa personalidad que él poseía podía hacer que cualquier mujer se enamorara de él, puesto que era puro, inocente y no temía a mostrar sus sentimientos, no temía a llorar delante de nadie, y eso era lo que le hacía diferente, no era uno de esos chicos rudos que se creen muy machos por no escuchar o pensar que llorar es de chicas, llorar no es de chicas, es una muestra de poseer unos tiernos sentimientos, por eso creía que los hombres deberían sentir envidia por él.

Recordé lo que pasó el otro día en casa de mis padres cuando mi madre nos interrumpió a Michael y a mí, bueno…en una situación un tanto embarazosa, y yo estaba lista para llegar lejos con él, pero no consideraba que fuera lo más necesario ahora mismo en nuestra relación ya que se sostenía perfectamente como estaba, pero vamos, no me negaréis que parecía un adolescente de quince años.
Sin embargo llegaría el día en el que tuviéramos que hacerlo, lo esperaba, con paciencia.

Me dí cuenta de que se quedó dormido encima mía, eran tan especial cuando estaba dormido, parecía aún más puro e inocente de lo normal, y gracias a su aura infantil yo me sentía una niña feliz, aunque tuviese veinticuatro años.
Jugueteando con sus rizos negros como el carbón, sucumbí al sueño.
Desperté a la mañana siguiente y Michael seguía encima de mí, dormido, y su osito estaba a mi lado así que lo cogí y jugueteé un rato con él hasta que escuché la cristalina risa de Michael, lo miré y tenía los ojos entreabiertos con una expresión adormilada.
Empezó a estirarse encima de mí, lo que me resultó muy incómodo.

-¡Michael no hagas eso! –le reprendí quitándomelo de encima.

-Lo siento –se disculpó –buenos días, princesa –me saludó depositando un suave y mullido beso en mis labios.

-Buenos días pequeño Peter Pan –saludé yo dándole un pequeño beso en la nariz, lo que provocó que el esbozara una pequeña sonrisa.

Se levantó de la cama, se dirigió al armario abrió sus puertas y sacó algo de ropa.
Al momento, empezó a desabrocharse la camisa del pijama delante mía, mis ojos se abrieron como platos al contemplar sus tonificada espalda y brazos, lo único que pude hacer fue entre-taparme los ojos con las finas sábanas y digo entre-taparme, porque, venga ya ¿acaso vosotras no querríais ver ese tonificado cuerpo? Yo al menos sí.
Terminó de vestirse y se giró hacia mí, en cuanto me vio estalló entre carcajadas.

-¿Se puede saber qué haces campanilla? –preguntó sin dejar de reír.

-¿Qué hacías tú? Eres malvado Mike, quieres matarme de un infarto o algo –alegué destapándome un poco, y él empezó a reír más fuerte, su risa era muy melodiosa.

-Bueno, hoy te tengo preparada una sorpresa –comentó terminando de abrocharse la chaqueta que llevaba.

-¿Qué sorpresa? –pregunté con un tono de voz animado.

-Si te lo dijera dejaría de ser sorpresa cariño.

viernes, 7 de enero de 2011

23# Party.


Era una mujer de pelo cardado y un poco canoso, de anatomía regordeta y con la simpatía reflejada en su cara.
Miraba atentamente cada detalle de mi pálido rostro.
En un momento su mirada de ojos violeta se posó en mis curiosos ojos azules, ella, esbozó una suave sonrisa al ver mis ojos.

-Buenas noches –saludó ella mostrándome su mano para que la apretase-tú debes ser Denise, ¿cierto? –prosiguió ella.

-Buenas noches –dije a la vez que apretaba suavemente su mano-sí, esa soy yo señora.

-Por favor, tutéame, me llamo Elizabeth, pero puedes decirme Liz –alegó posando sus preciosos y únicos ojos en los de Michael- Mike me ha hablado mucho y muy bien de ti, al parecer eres una persona muy especial para él, ¿me equivoco? –comentó guiñándole un ojo a Michael, lo que hizo que un suave rubor apareciera en sus hermosas mejillas.

Estuvimos un par de minutos charlando, Liz me pareció una de las personas más adorables de la tierra, era como tener otra madre.
Al parecer conoció a Michael varios años atrás y tuvieron una conexión especial ya que sus vidas tenían mucho parecido y carecieron de una buena infancia.

Yo no quería soltar el brazo de Michael, porque sentía que si lo hacía me sumergiría en una burbuja peligrosa, donde todo el mundo se quedaría mirándome y donde me machacarían sin sentimientos, pensaba que si me mantenía agarrada a Michael, seguiría segura, a salvo y feliz.

La gente parecía divertirse, pero en varias ocasiones, había varios y pequeños grupos de gente cuchicheando y mirando hacia nosotros, Michael se daba cuenta de lo incómodas que me resultaban esas situaciones, por lo que decidió que estaría bien que nos apartásemos un poco, cosa que no sirvió de mucho ya que después del pequeño rato que estuvimos “solos”, por decir algo, Michael tuvo que presentarme a más personas, odiaba eso, quizás esto suene algo antisocial, pero no quería conocer a mucha gente, no me apetecía en absoluto, todas las personas que conocí antes que Michael me hicieron algún tipo de daño, excepto los niños del orfanato, ellos eran las mejores personas que he podido conocer, muy humildes, generosos y buenos, como Michael, pero claro, Michael era un niño en su interior, las demás personas no, sólo querían comerse unos a otros, es verdad eso del pez grande se come al pez pequeño.

Michael me cogió de la mano y me llevó hasta la segunda planta de la casa donde había un pasillo con las escaleras que daban al gran salón en el que estaba todo el mundo.
Él llamó la atención de los invitados con un silbido un tanto burlesco.

-¡Hola a todos! –Saludó informalmente-como os dije hace un rato, os voy a presentar a esta chica –comentó cogiéndome de los hombros –ella se llama Denise Farrel y es mi campanilla.

Pude ver muchos gestos varios pero había una mayoría de gestos dulces, aprobadores, desaprobadores y demás.

-Esta chica hace que me sienta completo en todos los sentidos, ella es mi vida y mi luz guía, es mi musa, mi inspiración y el aire que respiro –alegó sin dejar de mirar como poco a poco yo me iba sonrojando.

Podía ver de nuevo, que muchos gestos de desaprobación invadían las caras de los invitados.
Sólo se salvaban uno o dos invitados, se ve que no les había acabado de convencer del todo.

-Quizás penséis que no es la más adecuada para mí o algo así, pero os aseguro que sí lo es, algunos pensaran que me he encaprichado de una chica de veinticuatro años, que es sólo pasajero, pero no es así, la quiero con locura, y daría mi vida por ella si fuera necesario, no lo pensaría dos veces, y sé que ella también haría eso por mí –continuó admirando mi rostro con cierta ternura en sus ojos-esta pequeña princesa de grandes y curiosos ojos azules, de pelo rojo y cara de ángel ha hecho que me vuelva loco de amor por alguien, ese alguien es ella –dijo girándose para quedar en frente mía-pequeña hada, quizás sea un atrevimiento y un poco rápido e inoportuno, pero si realmente quieres vivir momentos inolvidables conmigo, si quieres ser feliz conmigo y demás debemos sellar ese trato –comentó mientras se arrodillaba poco a poco- puede que decirte te quiero sea muy poco para la magnitud de mis sentimientos, puede que decirte te amo también sea muy poco, pero quiero que nos unamos para siempre, y por eso tengo que hacerte esta pregunta tan importante –dijo mientras sacaba una pequeña cajita forrada en terciopelo rojo, a la vez que hacía esto mis ojos se ponían mas como platos-¿quieres casarte conmigo, campanilla?-concluyó ante la mirada estupefacta de todos los que estaban allí presentes.

Nuestro mundo sería oficialmente NUESTRO si yo aceptaba.
Deliberando la respuesta en mi cabeza ante la emoción de la gente y del propio Michael saqué mis sentimientos a la luz.

-Michael, antes de decirte mi respuesta, necesito decirte claramente mis sentimientos –comenté ante su mirada confusa y nerviosa –eres mi sol, mi luna y mis estrellas, la luz que me ilumina el buen camino que tomar, contigo me siento única y segura, contigo los días pasan como si fueran horas y las horas como segundos, ya no podría imaginarme un mundo, un lugar o un universo en el que no estuvieras, y si lo hiciera sería mi condena a la muerte –los hermosos ojos marrones de Michael se iluminaron con la luz celestial del amor, la ternura y la inocencia que sólo él poseía-y la única respuesta que puedo darte es…

jueves, 6 de enero de 2011

22# Welcome.


En la entrada de Neverland había una gran pancarta que ponía: ¡bienvenido Mike!.
El camino estaba decorado de globos y serpentina de colores, a medida que el coche iba avanzando yo me quedaba más embobada con la decoración que habían puesto en todo el rancho.
Cuando el coche paró Michael me ayudó a salir de él y avanzamos cogidos de la mano, aunque detrás nos seguía un hombre que sostenía nuestras maletas.
Michael sacó la llave de la puerta de la casa, pero la puerta ya estaba abierta, al entrar todas las luces estaban apagadas, y Michael buscó un interruptor para encender las luces, al hacerlo sólo pude escuchar un gran: ¡bienvenido!...Habían unas cincuenta personas escondidas por toda la casa, sus caras de felicidad cambiaron a un gesto de asombro cuando me vieron.
Michael me volvió a coger de la mano, los miró sonriendo y dijo:

-¡Hola a todos! Dios, lo primero que quiero deciros es que no tengo ni idea de cómo habéis hecho esto pero, muchas gracias. Y lo segundo...ella es Denise, mi campanilla, luego os la presentaré más formalmente-yo tenía tanta vergüenza que sólo pude apretar la mano de Michael y apoyar mi cara en su hombro- en seguida venimos, vamos a cambiarnos-Michael me cogió de la cintura y entre los susurros de la gente salimos de allí para llegar a su habitación-bueno...No sé si es oportuno, pero deberíamos hablar de lo que iba a pasar la otra noche...-dijo cogiéndome de las dos manos, ¿qué le pasaba hoy con mis manos?

-¿Lo de...la otra noche?-pregunté nerviosa.

-Vamos, campanilla, sabes perfectamente a lo que me refiero...tú sabes como soy, mejor que nadie, y sabes que me cuesta mucho hablar de estos temas tan personales, pero eres tú, y te quiero, demasiado creeme, y...si tú estás preparada pues...no sé-ante todo ese discursito yo no pude evitar reírme y él puso un gesto de confusión en su rostro-¿qué pasa?

-Pareces un adolescente con las hormonas alocadas, Mike, paciencia...-dije conteniendo la risa y poniendo mis manos sobre su rostro-quiero ir más lento contigo, quiero pasar momentos inolvidables contigo, y para eso...Hay tiempo, ¿vale adolescente alocado?-esta vez si que no pude reprimir una carcajada.

-Esta bien, pequeña hada, pero déjame decirte que no es que yo tenga las hormonas alocadas como un adolescente-dijo con aire de autosuficiencia-es que estoy loco por ti-continuó poniendo sus manos en mi cintura-y ahora, tenemos que prepararnos, nos esperan muchas personas hay abajo.

-Una pregunta, Mike...¿en serio conoces a tantas personas?.

-Y a mas, pequeña y a mas...-dijo separandose de mí y abriendo el armario para coger su ropa.

Yo abrí la maleta, pero todos los vestidos que tenía eran de mi madre, así que no tenía nada bonito que ponerme,antes de ir a vestirse, Michael se giró hacia mí, me dedicó una de esas preciosas sonrisas que él tenía y me dijo: 

-Por cierto, en ese armario hay algo para ti-dijo guiñandome el ojo y salió de la habitación.

No pude evitar sentir una gran ternura hacia él, me dirigí hacia el pequeño armario que Michael había señalado, abrí las puertas y me encontré con un montón de ropa femenina.
Desde luego, este chico está loco de remate, pensé sonriendo.
Había de todo, blusas, faldas, pantalones, y, gracias Dios, es decir a Michael, vestidos preciosos, además de zapatos. Mi estilo nunca fue muy femenino, siempre fui un tanto marimacho a la hora de vestir, menos mal que había muchas cosas que encajaban con mi forma de vestir.
Cogí un vestido corto, de color negro, no llamaba demasiado la atención, y eso era lo que quería, no quería llamar la atención para nada, no quería llevar tacones, los odiaba, son tan incómodos, en su lugar me puse dos sandalias negras, a juego con el vestido.
Me peiné y maquillé debidamente, y oí a alguien tocar la puerta de la habitación, era Michael.
Él estaba perfecto, como siempre.
Llevaba una camiseta de seda roja, unos pantalones negros con una línea roja a los laterales, sujetado por dos cinturones rojos, además llevaba unos preciosos y suaves guantes negros.
Me gustaba mucho la forma en que uno de sus rizos negros caía en cascada por su frente, le hacía muy atractivo.
Michael me cogió de la mano y llegamos hasta las escaleras, yo me abrazé a él porque no quería mirar a nadie, ni que me miraran, sabía que me moriría de vergüenza.
Noté que alguien me dió un suave toque en el hombro.
Me cogió de la mano.

_____________

¡Hola chicas!
Veréis me han llegado algunos e-mails y demás diciendo que qué ha pasado con la historia: Michael's Version, os lo explicaré he pensado adelantar esta historia, y cuando yo lo crea necesario seguiré con Michael's Version.
Lo único que pasa es que, esta la dejaré apartada para escribir Michael's Version, ¿vale?
Gracias por leer, comentar y seguir (L)

martes, 4 de enero de 2011

21# Back To Neverland.


Cuando me desperté a la mañana siguiente él no estaba así que no pude evitar preocuparme un poco.
Me dí cuenta de que aún llevaba el vestido puesto, así que cogí algo de ropa más cómoda y me fui a la ducha, pero seguía preocupada por dónde estaría Michael.
Me miré al espejo y estaba hecha un total desastre, me tiré por lo menos media hora metida en el baño arreglandome, y así fue.
Al salir me encontré con un folio pegado en la puerta del baño y un texto que ponía:

"Si estás leyendo esto es porque has salido del baño, aleluya.
He puesto más folios como éste por toda la casa, ahora está en tus manos encontrarlos
y seguir las pistas.
Te veo cuando hayas llegado donde tienes que llegar.
Te quiero, Michael"

"No he estado tanto tiempo como para decir aleluya" pensé para mí misma a la vez que arrancaba el folio de la puerta.
Me paseé por toda la casa buscando folios y no volví a encontrar uno hasta un cuarto de hora después, estaba pegado en una de las vigas de la madera del porche, este chico se complicaba mucho para esto.

"Muy bien, si has llegado aquí es que te has hartado de dar vueltas por toda la casa.
Ahora sólo tienes que contar hasta tres y darte la vuelta."

 
Hice como él dijo y conté hasta tres, cuando me giré no había nada en especial, sólo la mesa con un sobre encima de ella...me acerqué y abrí el sobre.
Era un billete de ida a Los Ángeles...no podía ser...¡volviamos a Neverland! sonreí y miré a todos lados esperando a que Michael saliera de su escondite, pero no fue así, cuando iba a cerrar el sobre me dí cuenta de que había una carta dentro.

"¿Qué te parece la sorpresa? Sabía que echabas  de menos Neverland así que 
aquí tienes. Tendremos que estar en el aeropuerto
a las ocho de esta tarde, ¿de acuerdo campanilla?
Te quiero mucho, demasiado.
Michael."

¿Pero por qué se empeñaba en ser tan perfecto?era todo lo que yo siempre había deseado.
De repente noté que alguien tapaba mis ojos y después de una tímida risita me preguntó:

-¿Quién soy?

-Hmm...déjame pensar...¿Peter Pan?-respondí sonriendo.

-Exteriormente no, pero en mi corazón sí, por eso mi corazón te eligió a ti para ser mi campanilla-dijo mientras me abrazaba por la cintura.

-Bueno...para mí eres Peter Pan tanto por fuera como por dentro-alegué dándome la vuelta para apoyarme en su pecho.

Estuvimos un pequeño rato abrazados, él a veces me acariciaba o me besaba el pelo, esos gestos tan simples, para mí eran lo que me daban vida.
Él me soltó un momento para mirar su reloj de muñeca.

-Creo que es hora de hacer las maletas, vamos-dijo sujetándome por la cintura hasta llevarme a la habitación.

Allí empezamos a hacer las maletas, parece mentira, pero nos tiramos toda la mañana, porque se nos ocurrió la absurda idea de tirar la ropa del armario y del baúl al suelo, y entre que organizabamos, preparabamos y demás, se nos pasó el tiempo.
Cuando Michael miró al reloj de pared, abrió los ojos como platos y cerró las tres maletas que llevabamos.
Después de un "¡corre, campanilla, perderemos el avión!", por parte de Michael, les di un fugaz abrazo a mis padres, salimos corriendo por la puerta, en la que nos estaba esperando un coche muy normal, quizás él no quería llamar la atención, y estaba bien hacer eso.
Nosotros estuvimos jugando a hacernos cosquillas en el pequeño coche, para que el tiempo se nos pasara un poco rápido.
Al llegar al aeropuerto, Michael me dijo que saliera yo antes para que no llamara la atención, que él vendría después y se sentaría a mi lado.
Yo cogí mi maleta y fui a hacer lo típico que se hace cuando te vas de viaje, facturar la maleta, entrar al avión etcétera.
Me senté en uno de los asientos de primera clase del avión, al parecer, Michael no escatimaba a la hora de viajar.
Al rato de estar sentada, mirando por la ventana para comprobar si veía a Michael, alguien se sentó a mi lado, era un hombre con gafas, barba y un sombrero.

-Disculpe, está ocupado-dije con una sonrisa.

-Campanilla...soy yo-contestó él entre susurros.

-Vaya, Michael, nunca me imaginaría que eres tú-dije abrazandome a él.

-Pues aquí me tienes-dijo entre risas.

Nos abrazamos y así pasamos todo el viaje.
No se me hizo muy largo, porque me quedé dormida.
Al llegar, Michael, me despertó con un suave beso en mi frente, bajamos del avión y nos subimos a otro coche que seguramente, pasaría desapercibido.
Lo que más me sorprendió...es lo que nos esperaba al llegar allí.

domingo, 2 de enero de 2011

20# One more chance?


Era una chica, de más o menos mi edad, con el pelo rubio y cara de pocos amigos. Michael me miró desconsolado y se levantó para saludar a la chica.

-Buenas noches, Lisa-saludó él dándole dos fugáces besos en las mejillas.

-Conque esta es la chica que has elegido antes que a mí-contestó ella acercándose a la mesa.

-Lisa no hablemos de eso ahora-dijo Michael tocándole el hombro.

-No me toques Michael, ya no eres digno de tocarme-¿cómo se atrevía a decirle eso a Michael? Tenía que intervenir.

-¿Cómo puedes decirle eso?-le pregunté levantándome bruscamente de la silla-¿sabes quién es él?-ella soltó una risa hipócrita y me miró de reojo.

-La pregunta es, querida, ¿sabes quién soy yo?-me dijo con aires de diva.

-¿Sabes? Ni lo sé, ni me importa, y tampoco sé que haces en mi casa, así que fuera de aquí-repliqué, ella no dudó en contestarme con su egocentrismo, al parecer, nato.

-¿¡Cómo te atreves a tratarme así!?¡Soy la hija del rey del rock!-gritó desafiante, pero yo no me quedaría corta.

-Y yo Marilyn Monroe, lo que pasa es que me teñí de rojo y viajé al futuro, ahora fuera de aquí-contesté señalando la puerta.

-Volveré, y Michael, nos veremos muy pronto-se despidió con la cabeza alta y salió de mi casa, yo me volví a sentar en la silla bajo la atenta pero preocupada mirada de Michael.

-Lo...siento-se disculpó él acariciándome las manos-yo no me la esperaba aquí.

-¿Quién es?-pregunté cabizbaja.

-¿Te acuerdas de la chica que te dije que estaba enamorado de ella hace mucho tiempo?Es ella, pero, Denise, te quiero a ti, no te enfades, sólo quiero que me des una oportunidad más no quiero volver a decepcionarte...por favor...-dijo él sujetándo mi barbilla y mirándome profundame a los ojos.

-¿Otra oportunidad más, Mike?-pregunté desesperada mientras giraba la cabeza para no mirarle a los ojos.

-La última, te lo prometo campanilla, de verdad-contestó sujetando mi cara entre sus suaves manos.

-Está bien, pero la última eh-dije y al terminar esa frase me acercó a él y posó sus labios contra los míos, pero no tan suave y tiernamente como otras veces, no, esta vez ese beso significaba algo más.

-Ven conmigo-susurró en mi oído a la vez que me cogía de las manos y hacía que me levantase de la silla.

Iba detrás suya, subiendo las escaleras a toda velociadad hasta llegar a mi habitación.
Sin darnos cuenta, olvidamos la cena, la comida, y que teníamos mucha hambre.
Me volvió a besar, pero esta vez ya sabía que sentimiento estaba descargando sobre sus besos, la pasión, lo veía en sus ojos, veía el fuego en sus ardientes ojos marrones, se había despojado de toda chispa de inocencia que hubiese en su interior para dar paso a la pasión incontrolable.
Mi corazón iba demasiado rápido, yo ya sabía lo que pasaría esa noche.
De repente me encontré con que le estaba desabrochando los botones de su preciosa camisa blanca,¿yo estaba haciendo eso? me sorprendí a mí misma.
Él me desabrochaba el vestido con suavidad, y en ese momento oí abrir la puerta de mi habitación así que me alejé de él.

-Noa, ¿queréis algo de...?-era mi madre, no terminó de hablar cuando nos miró a los dos cabizbajos, a Michael con pintalabios por toda la cara y a mi con el pelo medio deshecho y sujetandome el vestido-¿interrumpo algo?.

-No...no mamá...continua-dije avergonzada.

-¿Queréis algo de postre?-preguntó mirando a un lado, evitaba mirarnos a toda cosa, lo sabía.

-No, gracias-respondió Michael mirándome.

-Está bien-dijo mientras cerraba la puerta de la habitación y Michael estallaba a risas.

-No me hace gracia-dije abrochándome el vestido.

-A mi mucha-continuaba riendose tanto que casi no podía respirar.

-¡No hace gracia Michael!-me quejé dándole con un cojín.

-Ahora si que no escapas-dijo sosteniéndome en sus brazos.

Me llevó hasta la cama, me abracé a él y allí me quede dormida, como siempre, bajo sus preciosas canciones.
Quizás se convertiría en rutina, pero sería una maravillosa y dulce rutina de la que no me podría quejar jamás.
"Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro, fuego que arde y centellea en los ojos del amante, o más bien es torrente desbordado que las lágrimas acrecen, qué más podré decir de él... diré que es locura sabia, hiel que empozoña una dulzura embriagadora"

Romeo Y Julieta-William Shakespeare.