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Att. D.Farrel

viernes, 31 de diciembre de 2010

19# Return.



No pude evitar sonrojarme tras aquel beso,es que simplemente él era especial, en todo.
Me di cuenta de que por fin todo volvía a ser normal.
Empezaba a amanecer, así que decidimos volver a casa para que no nos pillasen, aquella situación me gustaba, el tener que huir para que no nos viesen, me parecía divertida.
Entramos a mi casa con cuidado, y una vez más Michael se concentró demasiado lo que hizo que me entrara la risa, su cara era muy muy divertida; llegamos a mi habitación partiéndonos de risa.


-Ha sido muy divertido campanilla-dijo él sentado en la cama intentando quitarse los zapatos.


-Sí, ¿repetiremos verdad?-pregunté mirando por la ventana.


-Por supuesto-respondió soltando un suspiro fastidiado-no puedo quitarme los zapatos.


-Mike, no pensaba que eras tan patoso-dije mirandole aguantando la risa-anda trae-continué acercándome a él y quitándole un zapato-¡qué difícil verdad!-dije con ironía.


-Eso no vale, campanilla,eres un hada, sabes hacer magia-dijo quejandose.


-No, lo que pasa es que eres un manazas-dije sentándome a su lado.


Él intentaba por todos los medios quitarse el otro zapato, pero no pudo y tuve que quitarselo yo de nuevo.
Nos tumbamos en la cama, y sin darnos cuenta, nos volvimos a quedar dormidos.
A las nueve de la mañana mi madre nos despertó diciendonos que el desayuno ya estaba preparado, así que bajamos al comedor a desayunar.
Pasamos todo el día charlando y haciéndonos cosquillas, realmente éramos como unos críos, él siempre tenía algo divertido que proponerme, esa era la razón por la que nos lo pasabamos tan bien juntos.
En el tiempo en el que estuvimos juntos me di cuenta de que era el tipo de hombre que yo buscaba, aunque nunca me hubiera planteado cuál era mi tipo, pero yo sabía que era él, lo sabía desde que le conocí.


Se hizo de noche y él decidió prepararnos una cena romántica a los dos en el porche trasero de la casa victoriana de mis padres, yo creía que él no sabía cocinar, pero sí, para mi sorpresa, sí sabía, y bastante bien.
Preparó la mesa de mimbre con un mantel, dos velas y una rosa, pensaréis que es algo muy típico de una cena romántica, pero las cosas no son nada normales cuandon estás con él, las cosas se tornan mágicas cuando él aparece.
Yo decidí ponerme un vestido, al final me iban a gustar y todo, encontré uno con estampado floral muy bonito, me recogí el pelo en un moño sujetado por un lazo.
Bajé al porche y él ya estaba allí, de pie, esperándome.


-Estás muy guapa-dijo dándome un ligero, fugáz y tímido beso en la mejilla.


-Bueno, siempre es un placer ponerme guapa para tí-él en contestación a eso se sonrojó y esbozó una tímida sonrisa.


Pensé que quizás era momento de decirle que quería volver a Neverland, pero no estaba muy segura de si hacerlo o no, probablemente él tenía cosas que hacer aquí, o tenía planeadas otras cosas para nosotros.
Se hizo un silencio, pero él, como siempre, lo rompió con su suave voz.


-Pocas veces he podido hacer estas cosas con alguien, muy pocas-dijo dejándo el tenedor que sostenía a un lado para empezar a mirarme con esa mirada que hacía que me derritiese-llegué a pensar que me quedaría solo para siempre, pero apareciste tú, y hoy estamos aquí los dos cenando tranquilamente, como una pareja normal, esto es algo que yo nunca pensé que podría hacer-dijo cogiéndo una de mis manos y besándola con suavidad-¿sonaría muy cursi decir que te has convertido en el aire que respiro, que eres mi vida y que mi corazón irá dondequiera que tu vayas?-concluyó sin dejar de sostener mi mano.


-Tu palabras nunca sonaran cursis, empalagosas o pesadas para mí, de hecho, tus palabras son mi guía, tu voz y tus palabras hacen que mi vida sea más llevadera, y yo...no sabría decirte cuanto te quiero, porque no puede expresarse con palabras, y ni un abrazo ni un beso bastarían...ni aunque te regalase la luna, el sol y las estrellas podría demostrarte lo que siento por tí, Michael-dije yo con la cabeza baja por la vergüenza que sentía al mostrarle, por fin, mis sentimientos.


Él iba a hablar pero recibimos una inusual visita...

sábado, 25 de diciembre de 2010

18# Peter Pan.

Estaba tan contenta de poder verle sonreír tan cerca de mí y de sentír su cálida mirada posada en mí cuando estoy de espaldas.
Yo quería volver a Neverland, lo ansiaba, necesitaba estar allí, era como si mi alma me lo exigiese, como si me gritase que quería volver allí, pero Michael tenía unos asuntos que resolver en Moscú, y yo no quería dejar a mis padres, aunque nuestra relación no era de las más buenas del mundo eran mis padres, y no podía dejarles, pero Neverland era parte de mí, al igual que Michael, era lo que me daba salud y felicidad.
En mi fondo era una niña egoísta y caprichosa, y yo lo sabía lo quería todo y no pararía hasta conseguirlo, o quizás era demasiado ambiciosa.
Seguía pensando en que tenía que aclarar muchas cosas de mi vida, así que al día siguiente le comentaría algo a Michael, porque estaba claro que yo sola no podía solucionar esos problemas personales que ni yo misma entendía.
Esa noche Michael durmió conmigo, y como tenía costumbre para que yo pudiese dormir me cantaba entre susurros canciones suaves de amor, y alí me quedaba yo dormida entre sus brazos.
Aún tenía pesadillas, ¿es que ni siquiera Michael era capaz de disiparlas? al principio estaba segura de que no era una pesadilla sino un hermoso sueño, ya que yo estaba surcando el cielo, podía volar y me gustaba mucho, pero los malos recuerdos hicieron que perdiese el control y caí para siempre, me desperté a las seis de la mañana sudando, y Michael se dió cuenta de ello.


-Campanilla, ¿estás bien?-preguntó mirandome preocupado.


-Sí, sí Mike estoy bien...-contesté desviando la mirada.


-No sabes mentir, venga dime que te pasa-inquirió sentándome en su regazo como si fuera un niña pequeña.


-He tenido una pesadilla, pero no ha sido nada de verdad-dije mirando al suelo.


-Bueno, tú no te preocupes, son sólo pesadillas-me consoló mientras me abrazaba-¿quieres volver a dormir?-preguntó mirandome.


-No, no me apetece, pero ¿sabes qué? a estas horas no hay nadie en la calle, podríamos dar un tranquilo paseo por las calles-sugerí pensativa.


-Es una gran idea campanilla-dijo besandome en la frente y dejandome sobre la cama-voy a vestirme-continuó mientras correteaba intentando no hacer ruido hasta el armario sacaba la ropa y se iba al baño.


Yo le miraba conteniendo mi risa, ya que verle así era muy divertido, iba con demasiado cuidado y me hacía mucha gracia porque llevaba una cara de concentración enorme.
Cuando él salió de su habitación yo me vestí, me puse un vestido de día que encontré en el baúl que había en la habitación y una chaqueta de mangas cortas, porque estabamos en verano y hacía calor, pero a las seis de la mañana hacía un poco de fresco.
Me senté en el taburete que había frente al tocador y me maquillé un poco para no parecer tan pálida, además quería ponerme preciosa para Michael, me puse unos pendientes y me arreglé el pelo cogiendomelo con unas pinzas detrás de la cabeza, la verdad es que vista así me parecía muchísimo a mi madre.
Miré al espejo y vi a Michael apoyado en el marco de la puerta mirandome con una sonrisa, yo sonreí al verle con su clásico sombrero negro y sus bonitos y definidos rizos cayendo bajo el sombrero, y su maravillosa sonrisa.
Bajamos agarrados de la mano las escaleras, cogí las llaves de la casa y se las cedí a Michael para que las guardase en uno de las bolsillos de su camisa roja.


Paseamos tranquilamente por las urbanas calles de Moscú, vimos escaparates de tiendas, y bonitos monumentos, pero sobretodo, lo pasamos muy bien y nos reímos mucho.
Él escondió sus ojos bajo esas gafas de cristales teñidos de negro, a mi no me gustaba que hiciese eso, pues me encantaba mirarle a sus preciosos y profundos ojos marrones, se las quité y me las puse en el cuello del vestido para que no volviese a ponérselas, él sonrió me abrazó y me besó con una mezcla de pasión y ternura en medio de la calle.
En ese momento, todos mis problemas mencionados anteriormente, todas mis pesadillas, mis miedos, mis fobias...desaparecieron por completo, y es que esa magia sólo la poseía Peter Pan, y ésta era la prueba de que el amor entre Peter y Campanilla podía ser verdadero.

domingo, 19 de diciembre de 2010

17# Teardrops.



Pasó cerca de una hora, y en esa hora me aprendí toda la vida de Sean. Yo preferí no contarle nada de lo que había pasado esos últimos 16 meses, y mucho menos darle el nombre de quien estaba enamorada...Sí, aun estaba enamorada de él.
Finalmente nos despedimos y él me sugirió que podría acompañarme pero me negué porque quería estar sola un tiempo. 
De repente empezaron a caer gotas de lluvia, una de las primeras lluvias de verano.
No quise correr no tenía ánimos para huir de la lluvia, y por lo tanto, llegué a mi casa totalmente empapada.

-¡Noa!-gritó mi madre al verme-Dios, mira como te has puesto hija-una lágrima calló por mi cara y mi madre se dio cuenta de ello-es por Michael ¿verdad?-no contesté solo pude abrazarla y llorar más y más-pues creo que deberías subir a tu habitación-dijo cogiéndome de la mano y llevándome hasta mi habitación.

No sé que quería que viese en mi habitación, pero lo último que quería era que mi madre me atosigara, solo quería llorar.
Abrió despacio la puerta con una gran sonrisa, ¿qué le hacía tanta gracia? miré a mi habitación y lo vi.
Allí estaba él, sentado en mi cama, mirándome pero sin sonreír. No se había olvidado de mí...Igual que yo no me había olvidado de él.
Entonces si que lloré y lo único que hice fue dirigirme hacia él y abrazarle con todas mis fuerzas, para evitar que se fuera y me dejara sola otra vez, simplemente no podría soportarlo otra vez más.
Volví a sentir su respiración y sus latidos, volví a oler su perfecto perfume.
Nos tumbamos en mi cama cuando yo me tranquilicé un poco, pero no dejé de abrazarle, pensaba que si le soltaba él se volvería a ir.
No quería decir nada, no quería explicarle lo mucho que le eché de menos ni lo que sufrí por él, pero al parecer me leyó la mente y rompió el silencio.

-Lo sé, te dije que volvería pronto, pero se me hizo imposible, he vuelto a por ti campanilla...-dijo haciendo que alzase la vista y le mirara-¿podrás perdonarme?

-No hay nada que perdonar Mike-contesté-¿sabes? pensaba que nunca jamás volvería a verte, y ahora se me hace extraño que estés aquí, soy idiota-dije soltando una risa.

-Venga, no digas eso-dijo volviendo su semblante serio-te prometo no irme jamás de tu lado, y esta vez es de verdad, nunca te abandonaré-continuó abrazándome más fuerte.

No dije nada sólo le abrace, e intenté olvidar los últimos meses.
Pasaron dos horas en las que estuvimos abrazados, las dos horas más cortas de mi vida, podía quedarme abrazada a él durante toda la eternidad, porque era algo que me llenaba y me tranquilizaba, eso era lo que él despertaba en mi.
Un huracán de sentimientos volvía a aparecer en mi mente.
¿Qué se supone que pasaría ahora?¿Me llevaría a Neverland, nos quedaríamos aquí, o me volvería dejar?
Un nuevo sentimiento afloraba en mí, la desconfianza, desconfianza hacía Michael, ya no tenía la seguridad de que no me dejaría como antes.
¿¡Qué se supone que me estaba pasando!? Le amaba con todas mis fuerzas, con toda mi alma y con todo mi ser, y sin embargo desconfiaba de él, desconfiaba de un ángel.
Definitivamente era la chica más estúpida y egoísta de la tierra, ¿qué mas quería?
Realmente en esos momentos me enfadaba conmigo misma y me odiaba hasta el límite.
"¡Eres una estúpida egoísta, Denise, Noa, o como quiera que te llames!" pensaba para mis adentros, y era verdad, no sabía siquiera cómo llamarme a mi misma.
Estaba claro, tenía un problema que debía resolver y necesitaba la ayuda de Michael, ¿pero me ayudaría? Es decir, no sabía que hacer estaba perdida y no sabía ni como llamarme, sólo necesitaba que él me disipase todos esos problemas para volver a confiar en él y poder quitarme de la cabeza todos los problemas que tenía y vivir en paz con él para siempre.
Al fin y al cabo yo quería tener una relación especial con él, quería sentirlo todo pero a su lado, quería padecer, reír, llorar, sufrir, quería vivir mi vida con todas sus ventajas y desventajas a su lado, hasta el fin de los tiempos, y si tenemos un traspiés resurgir de las llamas como un hermoso fénix.
Y entonces me dí cuenta de lo mucho que quería a Michael, de todo lo que quería vivir con él, y eso para mí era más que amor.


viernes, 17 de diciembre de 2010

16# Glances.




Sacó el teléfono, me guiñó un ojo y salió fuera de la habitación.
Me senté sobre la cama a esperar que viniese pronto y pudiésemos desayunar tranquilos.
Cerca de unos diez minutos después de haberse ido, Michael, volvió, se sentó a mi lado y ni siquiera me miró, algo había pasado, lo notaba.
Sostuve su cara entre mis manos y le miré a los ojos, él quitó mis manos y volvió a apartar su mirada de mí. 
¿Qué le pasaba? yo quería que me mirara, pero le notaba raro, triste quizás la llamada no fue tan buena como yo pensaba.

-Michael, ¿qué pasa?-pregunté intentando encontrar su mirada.

-Campanilla...Tengo que irme...-respondió levantando su cabeza para mirarme.


Y un tremendo y horrible escalofrío recorrió mi columna vertebral. Todo por lo que había sufrido se desvanecía entre los susurros de Michael diciendo "volveremos a vernos pequeña, te lo prometo, volveré a por ti".
¿Qué iba a hacer sin él?, ¿conocéis la sensación de que todo el peso del mundo cae sobre ti?Pues así me sentía yo.
No era su culpa el tener que marcharse por no se cuantos meses, tampoco era su culpa que yo me sintiese tan...¿Rota? Sí, sin duda esa era la sensación, me sentía rota como una vieja muñequita de porcelana.
¿Qué hice? Nada. No podía correr desesperadamente tras él y gritarle que le amo con todas mis fuerzas, no podía, no era nadie para detenerle.


Navidades...La noche buena...Mi cumpleaños...Meses y meses sin él, y exclusivamente acompañada del,inusual, calor frío-sé que suena raro, pero así era-que me proporcionaban mis padres, mi soledad y mis ganas de llorar a cada instante.
Pasaron unos 16 meses...4 días...15 horas y 26 minutos, desde que se fue, sí, tenía la precisión exacta de cada segundo que pasó desde que se fue.
Intenté distraerme saliendo o jugando a juegos de mesa, pero siempre había un hueco en mi cerebro y en mi corazón para su nombre, y para todos los recuerdos y sensaciones que él provocó sobre mí.
No tuve noticias de él durante todo ese tiempo, y lo peor de todo es que pensaba que no le volvería a ver jamás, me refugiaba pensando que todo lo que había pasado junto a él era un sueño, un dulce sueño, del que me desperté hace mucho tiempo.
Pero como Freddie Mercury decía en una de sus canciones: por dentro mi corazón se está rompiendo, mi maquillaje puede estar descascarándose, pero mi sonrisa aún persiste. Y es que no estaba dispuesta a seguir deambulando como un muerto viviente por los pasillos de la casa de mis padres, necesitaba salir, despejarme y conocer gente.
Vale, pasé unos meses muy duros, pero podía apostar mi vida a que Michael ya ni siquiera me recordaba.
Ya estábamos en junio de 1990, y yo tenía un año más, pero eso no me importaba, seguía teniendo la misma energía de siempre y quería salir a donde fuera y despejarme.
Eran las ocho de la tarde de un inusual caluroso día de verano en Moscú, decidí ducharme, vestirme, arreglarme y salir a dar vueltas por las grandes y bonitas calles de Moscú.
Cogí las llaves de casa y me fui.
Vi que muchas cosas había cambiado en 16 meses, había muchas mas tiendas y mucha, muchísima más gente.
Me acerqué a un escaparate de una tienda de electrodomésticos donde había varios televisores, todos estaban sintonizados en el mismo canal, y hubo una noticia que me llamó la atención:


"El Rey del Pop, Michael Jackson, estará de visita en Moscú la próxima semana. Y sigamos hablando de..."

Michael ¿en Moscú?, por un momento me hice esperanzas, las cuales se disolvieron al pensar que él ya no se acordaría de mí.
Fui a girarme cuando de repente me choqué con un chico de ojos color azul verdoso y pelo castaño.

-Perdone-dijo el chico con una sonrisa.

-No importa, fue culpa mía-me disculpé sonrojada.

Me miró profundamente a los ojos y sonrió.

-Oye, ¿te gustaría tomar unas copas conmigo?-preguntó sin dejar de sonreír.

-No bebo alcohol, además, ni siquiera sé tu nombre-contesté mirando al suelo avergonzada.

-Bueno, pues refrescos-dijo entre risas-me llamo Sean,¿y tú?

-Yo No...Den...Emm...Denise-contesté.

-Bonito nombre, entonces que ¿me acompañas?

-Vale.

Me puse a su lado y empezamos a charlar de camino a algún bar. Era un chico muy divertido y extrovertido.
Me llevó a un bar llamado Brünch, me invitó a una naranjada y seguimos charlando.
Averigüé que tenía veintiséis años y que trabajaba en una empresa de marketing.
Pero a pesar de la simpatía y la cordialidad de Sean, yo seguía pensando en Michael, en su sonrisa, su voz, sus ojos...Aún recordaba el sabor de sus labios cuando nos besamos por primera vez, Dios, como echaba de menos esos labios.
Sean me sacó de mis pensamientos con su incesante habladuría.





domingo, 12 de diciembre de 2010

15# I Love You.



Nos quedamos mirándonos, sonriendo, sin importar el tiempo, ni la hora, entonces él decidió romper esa magia, para crear otra aún mayor.

-¿Sabes?, creo que es increíble.

-¿Qué es increíble, Mike?-pregunté.

-Lo que ha pasado, en pocos meses, todo esto, es sencillamente increíble, Denise-hizo una pausa para esbozar la más hermosa de las sonrisas-tenía miedo, miedo de romper el vínculo tan hermoso que tenemos por los sentimientos, pero lo que más quiero, y lo que mas anhelaba en aquel momento, era esto, era poder besarte sin importarme nada-sus palabras se estaban clavando en mi corazón de una manera colosal, él había estado en la misma situación que yo-era poder acariciarte sabiendo que esa caricia significaría algo más, y esta es la única manera-me sujetó la barbilla y me miró directamente a los ojos- campanilla-musitó soltando un suspiro y cerrando los ojos-lo eres todo para mí, ahora eres mi mundo, y no exageraría al decir que doy mi vida por ti si es necesario-y mis ojos, sin yo quererlo se llenaron de lágrimas.

Había dicho exactamente todo lo que yo quería oír, palabra a palabra, y es que él sabía lo que yo quería oír.
¿Y ahora qué? ¿qué pasaría ahora? No lo sabía, lo único que si sabía, era que en ese momento, él me pertenecía completamente, yo era suya y él era mío, en todos los sentidos, y teníamos una conexión tan especial, que me dí cuenta de que mi ser estaba amoldado a él, y que era lo que me sostenía, él me controlaba yo era su marioneta, pero me gustaba serlo, me gustaba ser parte de él, y me gustaba derretirme cada vez que me miraba con los hermosos ojos marrones.
¿Debería responder a lo que me había dicho?¿pero que le diría?No había palabras y expresiones suficientes para explicar mis sentimientos hacia él, podía decirle un soso y típico "Michael, yo también te quiero", pero no era suficiente, es más, no se acercaba ni una pizca a lo que yo sentía, pues era una sensación que superaba al amor cien mil veces.
Simplemente, le miré profundamente a los ojos y él me dedicó una sonrisa comprensiva, sin duda, lo había entendido.

Nos tumbamos sobre la cama, y nos dormimos abrazados.
Al despertarme estaba tumbada sobre Michael, él seguía dormido, me encantaba verle dormir, se le veía tan perfecto, pero decidí despertarlo, ¿cómo?, me levanté, cogí un cojín que había sobre un sillón de la habitación y se lo tiré a la cara.
A la milésima de segundo de habérselo tirado, me senté sobre el sillón y me hice la tonta para que no me pillase, observé que abrió los ojos, se sentó sobre la cama con el cojín entre sus manos y me miró con una sonrisa picarona.

-Conque esas tenemos campanilla-dijo tirándome el cojín.

-¡Eh!¡Yo no he sido, Mike!-repliqué cogiendo el cojín y tirándoselo Michael.

-Ya verás, ¡ven aquí!-gritó él, para, seguidamente, perseguirme corriendo por toda la habitación.

Corrimos por toda la habitación, e incluso tuve que subirme sobre la cama para que no me pillase, pero lo consiguió, me agarró por la cintura, y yo intenté poner resistencia pero tuve que rendirme.
Empezó a besuquearme por el cuello, haciendo que me estremeciese, y empezó a hacerme cosquillas, cosa que yo no podía soportar porque siempre que me hacían cosquillas terminaba en el suelo muerta de risa, y así acaba con Michael encima mía haciéndome cosquillas y yo muerta de risa pidiéndole que parase.
Entonces tocaron a la puerta, pero Michael no quiso quitarse de encima, era mi madre.

-Chicos...Ya esta el desayuno listo...-dijo mientras cerraba la puerta fugazmente.

-Ahora le darás explicaciones tú, Mike-dije entre risas.

-De eso nada, campanilla-contestó con una sonrisa enorme.

En ese momento iba a besarle en ese momento, pero le empezó a sonar el teléfono móvil.


lunes, 6 de diciembre de 2010

14# Don't Go Away.


No nos quedaba otra opción que quedarnos en la habitación.
Caballerosamente, Michael, decidió cargar con las maletas, aunque yo le insistía para que las dejase, no era necesario que cargara con ellas, pero era un poco tozudo.
Mi madre nos llevó hasta una habitación de dimensiones enormes, tenía una decoración muy elegante, incluso disponía de un pequeño sofá, los muebles de colores oscuros les daban un toque clásico a la habitación que me encantaba, la pared pintada en un color crema suave era muy agradable para la vista, pero lo que más me llamó la atención fue una caja de música de madera antigua blanca.
Michael me sacó de mis pensamientos al dejarse caer sobre la única cama que había en la habitación, ya empezaba a sentir los nervios.
Miré al sofá y decidí que sería allí donde dormiría, me daba muchísima vergüenza dormir con él, aunque ya había dormido con él antes, pero entonces no tenía los sentimientos tan claros.

-¿Piensas dormir ahí?-preguntó Michael a la vez que se sentaba en el borde de la cama.

-Sí, supongo que sí-respondí mirando por el enorme ventanal.

-De eso nada, tu dormirás aquí, es tu casa, además yo tendría que dormir en el sofá-explicó él muy seguro de que conseguiría convencerme.

-No, yo dormiré en el sofá y tú en la cama, si de todos modos yo estoy acostumbrada a dormir en sofás-inquirí, no conseguiría convencerme tan fácilmente.

-Eso ya lo veremos, campanilla-dijo él con un tono travieso.

Yo seguía mirando por aquel hermoso ventanal, se veía todo Moscú desde allí, era hermoso, además tampoco tenía el valor para mirar a Michael a los ojos con lo nerviosa que estaba.
De repente sentí como alguien me abrazaba por la cintura, era Michael, quién iba a ser sino, siempre tan oportuno, apoyó su mentón en mi hombro y se quedó observando el mismo paisaje que hasta unos segundos antes yo estaba observando tranquilamente, en ese momento quería escapar, por pura timidez y vergüenza.
Quizás nuestro "juego", por llamar de alguna manera a nuestra relación, estaba yendo más allá de lo que yo tenía previsto que llegase, quería más que nada en el mundo, estar con él para siempre, pero había algo que me detenía, aunque mi corazón estuviese gritando el amor que sentía por él el sentido común me paraba.
Michael me giró para mirarme a los ojos, Dios, esos ojos marrones suyos tan expresivos me encantaban.
Entonces pude notar como se acercaba lentamente a mi y como en una milésima de segundo sólo nos separaba menos de un centímetro, mi corazón se aceleraba y sabía que él lo notaba porque esbozó una de esas juguetonas sonrisas que hacían que estuviese un paso más cerca de la muerte, y entonces ocurrió, lo que por una parte esperaba desde que le conocí y por otra no quería que ocurriese jamás.
Fue él quien hizo que nuestras almas se fundieran en un cálido beso y fue cuando yo creía que me moriría de vergüenza, amor y dolor, mientras yo quería llorar por esa mezcla de sensaciones que provocaba tener sus labios sobre los míos, pero me encantó cuando apoyó su mano en mi cintura y me atrajo hasta él, me encantó cuando me dí cuenta de que su piel era aún más suave cuando estaba más cerca de él, se separó y apoyó su frente en la mía.

-Por favor, no te vayas-susurró cerrando los ojos-no me dejes solo.

-No te dejaré solo Mike-le acaricié mientras mi corazón sentía latigazos de dolor-no podría dejarte.

Y entonces me volvió a besar, provocando esta vez muchas más sensaciones, entonces si que toqué el cielo con los dedos, si que creía que podía volar.
Sencillamente, dejé que el tiempo pasara, y me convencí de que quería estar con él, pero quizás, sólo quizás me estaba haciendo ilusiones.
Pero sí, le quería más que a mi propia vida, y estaba segura, de que dada la ocasión, entregaría mi vida por él sin pensármelo dos veces.

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Julia o Liberian Girl (no sé como prefieres que te llame haha xD) si quieres hablar sólo tienes que agregarme al msn que sale en lo de contactos ^^ me gustaría mucho que pudiésemos hablar, y a las demás también, podéis agregarme si queréis (:
Muchos Besos.

Att. D.Farrel

domingo, 5 de diciembre de 2010

13# Finally.


Apartó su brazo y me miró extrañado.

-Campanilla, volverás a Neverland si tu lo deseas, yo no puedo obligarte a nada, además, lo comprenderé es tu familia-dijo.

-No sé lo que haré Mike-contesté.

-Hagas lo que hagas, yo estaré contigo-dijo mientras apoyaba su mejilla en mi pelo.

Me abracé suavemente a él, y empezó a acariciarme delicadamente el pelo.
Todo a su lado era tan tierno, las cosas se reducían a un mundo paralelo en el que sólo existíamos los dos, un lugar en el que únicamente había sitio para la felicidad, la ternura, la libertad y el amor, y ese lugar me encantaba.
Tenía unos nervios increíbles por saber que tenía familia y que los conocería, también tenía curiosidad por saber la razón por la que me abandonaron, y no sabía si estar alegre, triste o enfadada con ellos, pero lo averiguaría cuando los conociese.

El trayecto en coche fue muy rápido y tranquilo, y en cuanto nos subimos al avión me quedé dormida en los brazos de Michael, estaba muy cansada, además no estaba tan acostumbrada a viajar como él.
El viaje se me hizo muy corto, pero sería por haberlo pasado dormida.
Michael me despertó haciéndome cosquillas cuando el avión aterrizó, bajamos de él y Michael nos llevó en una limusina hasta una gran casa en el centro de Moscú, yo iba mirando por la ventana absorta observando los monumentos y la enorme cantidad de nieve que había sobre ellos, era de noche y ésto hacía que fuese aún más hermoso todo el paisaje.
Paramos en frente de una casa al estilo victoriano enorme y preciosa, ¿acaso esa era mi casa? no podía ser.
Michael me tendió su mano para bajar de la limusina, la cogí y bajé con miedo y nerviosismo de ella, me dí cuenta de que en muy poco tiempo, había conocido a la persona más perfecta del mundo y que ahora mismo estaba en Moscú apunto de conocer a mi familia, pero no sabía qué sentimientos pasaban por mi mente, me cogí del brazo de Michael, ya que era lo único que podía sostener, porque no sabía si salir huyendo de allí o quedarme, no sabía nada.
Nos acercamos al porche nevado de la casa y Michael tocó el pintoresco timbre que había en la gran puerta de madera, unos diez segundos después una mujer, muy bien vestida, de pelo castaño corto y rizado, alta y delgada y con unos ojos azules impresionantes nos abrió la puerta.

-¿Noa?-preguntó la mujer llevándose una mano a la boca con los ojos llorosos.

-¿Ma...Mamá?-pregunté, yo esta vez, con extrañeza.

Se acercó lentamente a mí y me abrazó con ternura, la ternura que sólo una madre puede poseer, esa cálida ternura que te llena por dentro.
Michael nos miraba con una sonrisa satisfecha.
Conque...Me llamo Noa, no sabía si me gustaba o no ya que yo estaba acostumbrada a llamarme Denise, todo el mundo llamaba Denise desde que era pequeñita.
Mi madre abrazó a Michael y nos condujo hasta el interior de la casa, estaba decorada con figuras y cuadros de un gusto exquisito, es suelo era de moqueta y las paredes pintadas en un color rojo apagado que le daba un aire soberbio.
Entramos a una habitación la cuál parecía ser el salón-comedor, disponía de unas mesas y unas sillas típicas de comedor y aparte los muebles también típicos de un salón.
En el sofá había un hombre de pelo caoba, ojos verdes, y unas gafas leyendo el periódico, cuando se percató de nuestra presencia dejó el periódico comodamente sobre una mesita de café y directamente me abrazó, sin decir nada.
Nos sentamos, todos, en el mismo sofá donde estaba sentado anteriormente, el que suponía que era mi padre.
Yo, realmente, no sabía hacer la pregunta, no sabía si preguntarles por qué me abandonaron.
Ellos simplemente no tocaron ese tema, se dedicaron a enseñarnos fotos a Michael y a mí de cuando era pequeña, aunque había muy pocas, y también de algunos otros familiares, como mis abuelos, tíos, tías y demás personas, que según ellos iría conociendo poco a poco.
Hubo una foto que me llamó mucho la atención, y era la de mi abuelo materno, me sonaba mucho su cara y su expresión pero no sabía de qué, recuerdos difusos, supongo.
Decidí, a regañadientes, no preguntarles nada, hay cosas que es preferible que se queden en la ignorancia.

Estuvimos charlando sobre la poca infancia que viví con ellos y de demás temas que ellos pensaban que me importaban, pero si os digo la verdad, estaba más interesada en Michael que en otra cosa, y no sabía que pasaba, era un momento en el que se supone que debería estar interesada en los temas que me contaban mis padres, aún a sabiendas de eso me seguía perdiendo en sus hermosos ojos marrones.
Después de un rato de charla mis padres se dieron cuenta de que ni Michael ni yo teníamos un sitio en el que dormir, así que, amablemente, nos ofrecieron la única habitación  que quedaba libre, eso significaba que dormiríamos juntos ¿debería alegrarme?

sábado, 4 de diciembre de 2010

12# Moscow.


Era Michael.
Se giró y me miró con una sonrisa.

-¿Quieres?-me preguntó dándome un trozo de pastel.

-¿Sabes cocinar?-pregunté extrañada.

-Claro, me gusta mucho cocinar-contestó con una sonrisa, insistiendo con el trozo de pastel.

-A ver-dije cogiendo el trozo de pastel-Oye, no está mal-continué mordiendo el pastel.

-Me alegro de que te guste-sonrió-tengo una sorpresa.

-¿Ah si?.

-Sí, verás, seguí investigando sobre tu pasado y descubrí que tienes familia en Moscú-dijo cogiéndome de las manos-Denise, tienes familia, y vamos a ir a buscarla.

-Pero, Michael...-no me dejó terminar la frase porque puso un dedo sobre mis labios.

-No digas nada, sólo haz las maletas y baja en unos quince minutos, te estaré esperando fuera-y salió de la sala.

Tenía familia, yo, que pensaba que estaba sola en el mundo, tenía familia y en Moscú.
No sabía qué iba a hacer para agradecérselo a Michael, había hecho mucho por mí, y más ahora, que acababa de sacar un CD nuevo, olvidaba sus compromisos profesionales, para llevarme a Moscú y reencontrarme con mi familia, sin duda, era un ángel.
Subí corriendo las escaleras hasta llegar a mi habitación, cuando entré, me encontré a Doris metiendo ropa de abrigo en una maleta, la ayudé a meter la ropa.
Cuando terminé, me dio un beso en la mejilla y me dijo:

-Espero que todo te vaya bien.

-Yo también, muchas gracias Doris-dije abrazándola.

Ella se fue de mi habitación y yo me senté en la cama, pensativa, ¿acaso esto era una despedida?¿ ya no volvería más a Neverland? no podía ser, yo quería quedarme allí, pero, por otra parte, esas personas eran mi familia, y les echaba de menos.
No tenía tiempo para pensar en eso en aquel momento, quizás en el avión  pensaría sobre ello.
Bajé las escaleras rápidamente con la maleta y a la salida me encontré con Michael, estaba metiendo varias maletas en el maletero de una limusina, al advertí que estaba allí, se acercó y cogió mi maleta y la metió en el maletero, acto seguido me abrió la puerta de la limusina y me metí dentro, era un completo caballero, aunque nunca me cansaría de elogiarle.
La limusina tenía un tapizado de color blanco roto, tenía una pequeña televisión y una nevera pequeña de madera, los asientos eran muy cómodos.
Mientras esperaba a Michael decidí encender la televisión, salía un programa que no había visto en mi vida y de repente un nombre llamó mi atención: 
"Según dicen el cantante Michael Jackson está teniendo un relación sentimental con una chica, aunque todavía no sabemos quién es, pero, seguramente, pronto lo averiguaremos."
Esa chica a la que se referían...¿Era yo?¿Se estaban refiriendo a mí?, en ese momento me dí cuenta de que mi presencia en Neverland sólo le atraería problemas a Michael.
Observé que la puerta de la limusina se abrió y apagué la televisión.

-¿Cómo te sientes?-preguntó.

-Pues, nerviosa, no sé, no todos los días vas a Moscú para ver a la familia que te abandonó hace diecinueve años-contesté intentando sonreír.

-No te preocupes, todo saldrá bien-contestó pasándome el brazo por el hombro.

-Mike...Después de esto...¿Volveré a Neverland?

Y se hizo un silencio muy incomodo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

11# You're A Firework.


“Te quiero, pero no como un amigo, Michael”, quise decirle, con todas las ganas del mundo, darle un abrazo tan fuerte que hiciera que se estremeciese y besarle hasta el fin de mis días.
¿Pero en qué estaba pensando?
Había dos voces en mi interior, una situada en el corazón y otra en la cabeza, la del corazón me decía: asúmelo, sabes que estás enamorada de él; y la de la cabeza: él no te quiere, es de lógica, puede aspirar a algo más.
Le miré a los ojos y pude contemplar el nerviosismo en ellos. Mis sentimientos no correspondían a los suyos, él sólo me veía como su leal amiga, la que nunca le traicionaría, y yo le veía como mi alma gemela, como la pieza que completaba mi puzzle.
Sin embargo, decidí no descontentarle.

-Te quiero Michael, y siempre seremos amigos.-contesté desanimada.

-No sabes la falta que me hacía esto.-dijo él envolviéndome en un cálido abrazo, un abrazo como los de siempre.

¿Quizás estaba siendo egoísta?
Yo quería tenerlo exclusivamente para mí, pero no de esta forma, no de esta manera, en la que, al parecer, sólo sufro yo; pero estaba allí para hacerle feliz, y si esa era la única forma en la que podía hacerlo, así sería.

Y yo, que pensaba que nunca me enamoraría, que sería más fuerte y que no sufriría por un hombre, allí estaba, rompiéndome por dentro porque sabía que no podría llegar más alto, era demasiada poca cosa para él.

La sensación que él provocaba en mí era como sentir fuegos artificiales estallando dentro de mi ser. Nada de la clásica sensación de mariposas en el estómago, esa era una sensación muy distinta, demasiado fuerte como para ser mariposas en el estómago, era algo más, y por fin lo había descubierto.

Para él sólo era un inocente juego, para mí era peligroso, no quería que se enamorase de mí, aunque eso fuese imposible, pero dicen que mejor prevenir que curar ¿cierto?, no quería que sucediese eso, tendría una vida muy desgraciada si me eligiese a mí y no a esa chica de la que tanto me hablaba, y de la que yo, estaba celosa, muy celosa. Mis sentimientos estaban divididos, por una parte no quería que se enamorase de mí, pero por otra me  habría encantado que lo hiciese.

Se separó de mí y me miró intensamente a los ojos, se acercó muy, muy lentamente a mí y se paró justo, a un centímetro de mis labios, cerró los ojos y apretó suavemente sus manos en mis hombros, desvió sus labios hasta una de mis mejillas y la besó, deslizó una mano hasta mi pelo y lo acarició.

-Siempre serás muy especial para mí, campanilla-susurró nervioso-ahora, voy...Al estudio-prosiguió dándome otro beso, esta vez, en la frente.

Salió de la habitación a paso ligero.
Que poco faltó para algo que por una parte deseaba, pero por otra no quería que ocurriese jamás.
Me fui a mi habitación a leer un libro, ver la televisión o hacer cualquier cosa, necesitaba evadirme un poco de aquel incómodo momento.
Me tumbé sobre la cama, apoyé mi cabeza sobre la almohada y la abracé, hasta encontrarme en un profundo sueño.
Tuve otra de esas pesadillas, esta vez eran difusas imágenes de varios sucesos, con la misma niña, el mismo lugar...Y todo me resultaba tan extraño pero tan familiar a la vez.
Me despertó un olor a algo dulce, no sabría identificarlo, pero el olor provenía de la cocina, quizás Doris estaba cocinando, decidí ir a explorar.
Bajé las escaleras lentamente, ya que aún tenía sueño encima y abrí la puerta de la cocina despacio, quería darle una pequeña sorpresita a Doris, pero no era ella quien estaba allí.

lunes, 22 de noviembre de 2010

10#Neverland


Mis pesadillas, extrañamente, habían desaparecido durante un tiempo, algo que me aliviaba y me dejaba dormir tranquilamente.
Después de aquella cena algo había cambiado entre Michael y yo, bueno más bien un cambio había surgido en él, yo seguía igual de neutra que siempre, se mostraba mucho más cercano, supongo que habría cogido más confianza, ya que si me pongo en su lugar, no era muy fácil fiarse de los demás siendo él.

Un día vinieron a visitarnos muchos niños con varias enfermedades, era algo usual en Neverland. Michael sólo quería que ésos niños pasasen sus últimos días siendo felices y conservando esa chispa de vida que aún conservaban.
Yo lo veía corretear por los pasillos o por todo el rancho, o me iba con él y los niños a ver películas a la sala de cines que había dentro de la casa.
Era en esos momentos en los que yo veía  a Michael muy feliz, me dijo que eran su inspiración.

Para que os ubiquéis la fecha era 17 de Abril de 1989.
Esa mañana Michael estaba especialmente misterioso, estaba tramando algo, pero no tenía ni idea de qué era,siempre tenía algo en mente y  nunca podía estar parado, incluso muchas veces, mientras yo intentaba quedarme dormida, le oía caminar por los pasillos, o por su habitación.
Yo estaba muy aburrida, así que decidí ir a la cocina en búsqueda de Doris, se había convertido en una segunda madre para mí y le contaba todo lo que me pasaba, muchas veces me daba buenos consejos, porque, aunque mi vida no fuese muy emocionante y no fuese más allá de las puertas de Neverland, nunca supe tener un trato adecuado con las personas, ya que, nunca tuve ningún tipo de trato con personas fuera del orfanato.
Efectivamente, como había previsto Doris estaba en la cocina, me senté silenciosamente en uno de los taburetes de la cocina y observé con ahínco cada movimiento que hacía, quería ayudarla de algún modo en las tareas, pero no sabía hacer nada, por lo que decidí observarla y de esa forma aprender algo.
Ella se percató de mi presencia, me saludó cordialmente, y empezamos a charlar mientras ella realizaba sus tareas, pensé en preguntarle si sabía qué tramaba Michael.

-Pues, no, no sé nada, lo siento-dijo ella un poco nerviosa, estaba claro, sí sabía algo.

-Vamos por favor, sé que sabes algo, dímelo, por favor-inquirí. 

-Lo siento-repitió-no sé nada.

En ese momento oí la voz de Michael llamándome, me despedí de Doris y me dirigí hacia donde él estaba.
No podía creer lo que veían mis incrédulos ojos, había montado una especie de fiesta de cumpleaños, había muchos globos de todos los colores que os podáis imaginar, mesas muy bien decoradas, una gran tarta de chocolate, serpentinas y una gran montaña de regalos.
De repente, unas lágrimas cayeron por mis ojos, Michael se percató y me dejó un pañuelo.
¿Cómo podía haber organizado todo esto si ni siquiera yo sabía la fecha de mi cumpleaños?
Era un hermoso detalle por su parte, y no sabría como agradecérselo. Oí la risa de un niño, un niño rubio de ojos azules con cara de pillo,tendría unos once o doce años, no lo había visto antes, llevaba una camisa de rayas, unos pantalones vaqueros y una gorra roja en la que ponía Mac en letra cursiva, llevaba las manos tras la espalda, como si escondiese algo, pero no le dí la más mínima importancia.
El chico se acercó a mí con una risita un poco juguetona, Michael no paraba de reír como un histérico y yo empezaba a sospechar algo, el niño me dijo que me agachase, y yo, con mis sospechas decidí agacharme, en ese momento, el chico me estampó una tarta de nata contra mi cara y Michael empezó a reír incluso más histéricamente que antes, el niño acompañaba la risa de Michael con la suya y yo no sabía como reaccionar, de repente, empecé a reír con ellos y me quité tarta de los ojos para poder verles.
Michael, sin dejar de reír, me dejó una toalla, me quité los restos de tarta de la cara mientras maldecía a los dos por lo bajo y entre risas.
Tuvimos una fiesta de cumpleaños muy divertida, me enteré de que el niño se llamaba Mac, como ponía en su gorra y que era un actor.
Los regalos eran casi todo juguetes y ropa, pero había uno muy especial, uno que Michael quiso abrir, para dármelo.

-Verás, estuve investigando un poco sobre tu vida, y sólo encontré esta pulsera y una foto de tus padres, al parecer era de tu madre, se llamaba Alexandra, y su apellido de soltera era Just, tu padre se llamaba Malcolm Farrel, lo siento, no pude encontrar nada más, pero te prometo que seguiré investigando y averiguaremos quién eres-dijo él mientras me colocaba con cuidado la pulsera.

-Michael, no sé como agradecerte esto, no sé como de verdad, y no deberías hacer esto, es demasiado, muchas, muchas gracias-dije abrazándolo.

-¿Sabes cómo podrías agradecérmelo?-me preguntó mirándome a los ojos.

-¿Cómo?-pregunté confusa.

-Dime que me quieres-dijo él agarrándome por los hombros y mirándome directamente a los ojos, yo, me sonrojé.

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¡Hola!
Quería decir que estoy trabajando en "Dancing The Dream: Michael's Version", como bien dice el titulo, en esa historia es Michael el que narra, y es esta misma historia, pero con Michael narrando, sólo quería daros otra visión de la historia, espero que la sigáis y comentéis igualmente.

Os quiero.

PD:
Aquí os dejo el link:


"Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro, fuego que arde y centellea en los ojos del amante, o más bien es torrente desbordado que las lágrimas acrecen, qué más podré decir de él... diré que es locura sabia, hiel que empozoña una dulzura embriagadora"

Romeo Y Julieta-William Shakespeare.