Comentad.

Vuestra opinión es la más importante, ya que, sin ella este blog no podría seguir adelante.
Yo y mi blog necesitamos que comentéis.
Así que, ¡adelante!
Os lo agradeceré mucho.
Además si no queréis daros la lata de comentar en la misma entrada, siempre podéis mandarme un correo, con lo que queráis decirme, de cualquier tema sobre el blog, a la dirección que aparece en la página de contactos, o al Facebook, que aparece en ésa misma.
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Muchas Gracias.

Att. D.Farrel

lunes, 22 de noviembre de 2010

10#Neverland


Mis pesadillas, extrañamente, habían desaparecido durante un tiempo, algo que me aliviaba y me dejaba dormir tranquilamente.
Después de aquella cena algo había cambiado entre Michael y yo, bueno más bien un cambio había surgido en él, yo seguía igual de neutra que siempre, se mostraba mucho más cercano, supongo que habría cogido más confianza, ya que si me pongo en su lugar, no era muy fácil fiarse de los demás siendo él.

Un día vinieron a visitarnos muchos niños con varias enfermedades, era algo usual en Neverland. Michael sólo quería que ésos niños pasasen sus últimos días siendo felices y conservando esa chispa de vida que aún conservaban.
Yo lo veía corretear por los pasillos o por todo el rancho, o me iba con él y los niños a ver películas a la sala de cines que había dentro de la casa.
Era en esos momentos en los que yo veía  a Michael muy feliz, me dijo que eran su inspiración.

Para que os ubiquéis la fecha era 17 de Abril de 1989.
Esa mañana Michael estaba especialmente misterioso, estaba tramando algo, pero no tenía ni idea de qué era,siempre tenía algo en mente y  nunca podía estar parado, incluso muchas veces, mientras yo intentaba quedarme dormida, le oía caminar por los pasillos, o por su habitación.
Yo estaba muy aburrida, así que decidí ir a la cocina en búsqueda de Doris, se había convertido en una segunda madre para mí y le contaba todo lo que me pasaba, muchas veces me daba buenos consejos, porque, aunque mi vida no fuese muy emocionante y no fuese más allá de las puertas de Neverland, nunca supe tener un trato adecuado con las personas, ya que, nunca tuve ningún tipo de trato con personas fuera del orfanato.
Efectivamente, como había previsto Doris estaba en la cocina, me senté silenciosamente en uno de los taburetes de la cocina y observé con ahínco cada movimiento que hacía, quería ayudarla de algún modo en las tareas, pero no sabía hacer nada, por lo que decidí observarla y de esa forma aprender algo.
Ella se percató de mi presencia, me saludó cordialmente, y empezamos a charlar mientras ella realizaba sus tareas, pensé en preguntarle si sabía qué tramaba Michael.

-Pues, no, no sé nada, lo siento-dijo ella un poco nerviosa, estaba claro, sí sabía algo.

-Vamos por favor, sé que sabes algo, dímelo, por favor-inquirí. 

-Lo siento-repitió-no sé nada.

En ese momento oí la voz de Michael llamándome, me despedí de Doris y me dirigí hacia donde él estaba.
No podía creer lo que veían mis incrédulos ojos, había montado una especie de fiesta de cumpleaños, había muchos globos de todos los colores que os podáis imaginar, mesas muy bien decoradas, una gran tarta de chocolate, serpentinas y una gran montaña de regalos.
De repente, unas lágrimas cayeron por mis ojos, Michael se percató y me dejó un pañuelo.
¿Cómo podía haber organizado todo esto si ni siquiera yo sabía la fecha de mi cumpleaños?
Era un hermoso detalle por su parte, y no sabría como agradecérselo. Oí la risa de un niño, un niño rubio de ojos azules con cara de pillo,tendría unos once o doce años, no lo había visto antes, llevaba una camisa de rayas, unos pantalones vaqueros y una gorra roja en la que ponía Mac en letra cursiva, llevaba las manos tras la espalda, como si escondiese algo, pero no le dí la más mínima importancia.
El chico se acercó a mí con una risita un poco juguetona, Michael no paraba de reír como un histérico y yo empezaba a sospechar algo, el niño me dijo que me agachase, y yo, con mis sospechas decidí agacharme, en ese momento, el chico me estampó una tarta de nata contra mi cara y Michael empezó a reír incluso más histéricamente que antes, el niño acompañaba la risa de Michael con la suya y yo no sabía como reaccionar, de repente, empecé a reír con ellos y me quité tarta de los ojos para poder verles.
Michael, sin dejar de reír, me dejó una toalla, me quité los restos de tarta de la cara mientras maldecía a los dos por lo bajo y entre risas.
Tuvimos una fiesta de cumpleaños muy divertida, me enteré de que el niño se llamaba Mac, como ponía en su gorra y que era un actor.
Los regalos eran casi todo juguetes y ropa, pero había uno muy especial, uno que Michael quiso abrir, para dármelo.

-Verás, estuve investigando un poco sobre tu vida, y sólo encontré esta pulsera y una foto de tus padres, al parecer era de tu madre, se llamaba Alexandra, y su apellido de soltera era Just, tu padre se llamaba Malcolm Farrel, lo siento, no pude encontrar nada más, pero te prometo que seguiré investigando y averiguaremos quién eres-dijo él mientras me colocaba con cuidado la pulsera.

-Michael, no sé como agradecerte esto, no sé como de verdad, y no deberías hacer esto, es demasiado, muchas, muchas gracias-dije abrazándolo.

-¿Sabes cómo podrías agradecérmelo?-me preguntó mirándome a los ojos.

-¿Cómo?-pregunté confusa.

-Dime que me quieres-dijo él agarrándome por los hombros y mirándome directamente a los ojos, yo, me sonrojé.

_____________________

¡Hola!
Quería decir que estoy trabajando en "Dancing The Dream: Michael's Version", como bien dice el titulo, en esa historia es Michael el que narra, y es esta misma historia, pero con Michael narrando, sólo quería daros otra visión de la historia, espero que la sigáis y comentéis igualmente.

Os quiero.

PD:
Aquí os dejo el link:


lunes, 15 de noviembre de 2010

9#Do You Want To Be My Tinker Bell?




Michael no dijo nada, solamente estiró su mano y me aferré a ella, me condujo hasta la asombrosa mesa que había en una parte de la sala.
Era de esas típicas mesas alargadas, con un mantel rojo y unas sillas muy elegantes.
La comida ya estaba servida, así que empezamos a comer, la velada transcurrió tranquila y sin percances, hablamos de todo tipo de cosas, como siempre, ya que, siempre nos teníamos algo que contar, aunque su vida, obviamente, era más, digamos, movida que la mía.

-...Y ése era el motivo por el cuál mis hermanos y yo ensayábamos tanto -prosiguió su entretenida habladuría-Me imagino, que estos días, te habrás dado cuenta del pequeño cambio que ha habido...-musitó, esperando una respuesta por mi parte, me limité a asentir-Te hablé una vez, de lo complicado que era ser yo, por eso de los periodistas, ya sabes, pero apartando ese tema, me encanta ser quién soy, y lo que he conseguido, bueno, lo que vengo a decir, es que se han estado extendiendo unos rumores muy feos hacia mi persona-dijo él con un atisbo de tristeza en su mirada-Ése es el motivo de mi tristeza, pero ¿sabes qué?, he decidido seguir ignorándolos.

-Y a mí me parece muy bien que los ignores, las mentiras son sólo mentiras, mientras que la verdad siempre estará ahí-expliqué-lo que no me parece bien es que inventen cosas de ese tipo, deberían esforzarse en conocerte, como yo he hecho, y eres una persona maravillosa, si señor-él se sonrojó ante mi palabrería y yo esbocé una sonrisa al ver su reacción-una de las mejores personas que he podido conocer, la única...-

-Sé que tu libro favorito, es Peter Pan, sabrás que Peter Pan no puede vivir sin campanilla, en estos meses, no sé que ha pasado, pero te has convertido en mi campanilla, una parte fundamental en mí, sin duda alguna, eres algo que necesito-hizo una pausa para examinar mi rostro-pero creo que sería una muestra de egoísmo por mi parte tomar esta confianza contigo, sin antes preguntártelo-dijo en un tono nervioso y un poco sonrojado-Denise, ¿quieres ser mi campanilla?.

En ése instante mi mundo se paró y mi respiración se quebró, ¿por qué reaccionaba así ante una pregunta tan simple? Tan simple, que contestar un simple sí, haría feliz a dos personas, decir sí a esa pregunta, era como firmar un contrato de amistad eterna, sin duda ese era el significado de ser campanilla para mí, la amistad eterna que hay entre ella y Peter Pan, que en este caso era Michael.
Él se levanto y se puso a mi lado, estaba muy nervioso, lo notaba porque tenía una servilleta medio deshecha en sus manos, una servilleta que él había destrozado por los nervios.
Yo sabía qué contestar, pero algo me detenía, era como si alguien me tapase la boca con las manos y me impidiese decirle que quería ser su amiga eterna.
Mis otros pensamientos eran los que me impendían responder esa pregunta, los que me hacían pensar que yo no podía ofrecer nada a aquel hombre con alma e inocencia de niño, pero que él me hiciese esa pregunta significaba que tenía suficiente fe en mí, y que, por supuesto, quería algo de mí.
Me deshice de todos los miedos que se aferraban a mi garganta y me que impedían contestar, como por arte de magia al ver el mal rato que estaba pasando Michael al esperar mi respuesta.

-Por supuesto que sí, Michael, seré tu campanilla-contesté al fin.

-Eso significa que hemos hecho un pacto, ¿lo sabes verdad? nunca nadie nos separará, y esta amistad nunca terminará-dijo sonriendo, feliz-te quiero mucho, campanilla-prosiguió abrazándome tiernamente-prométeme que nunca me dejarás solo, no quiero estar nunca más solo-y ante la tristeza que desprendían una inconsciente lágrima partió de mi ojo, pero él no se percató porque yo estaba apoyada en su pecho.

-Te lo prometo-musité-nunca te dejaré solo y no permitiré que vuelvas a ser infeliz, no mientras  yo esté aquí-Michael me abrazó más fuerte y me besó suavemente el pelo.

De repente, la realidad de mis palabras me abrumó, ¿y si no podía cumplir mi parte del pacto?¿y si le abandonaba? Mi moral no estaba lo bastante alta como para ser capaz de complacer a alguien, y menos a él, porque era demasiado especial, quizás me ponía demasiadas exigencias, quizás debería dejarme llevar por su mirada y dejar que fluyesen sus palabras hasta mi corazón.

sábado, 13 de noviembre de 2010

8# Dinner.



Sin darme cuenta ya eran las ocho de la tarde, yo estaba sentada en un sillón del salón mirando absorta por la ventana, vi como de repente caían unas pequeñas gotas de agua que se estampaban contra el cristal de la ventana, empezó a llover; me levanté del sillón, abrí la ventana y estiré el brazo para que las gotas cayesen sobre mi mano, tenía la costumbre de hacer eso desde pequeña, me gustaba sentir las gotas de agua cayendo en la palma de mi mano porque lo consideraba como un contacto con la naturaleza, era algo muy importante para mí.
Adoraba las lluvias de primavera, eran más frescas y ligeras que las otras y siempre me gustaba ponerme debajo de la lluvia, aunque corriese el riesgo de resfriarme.
Al rato de ver como mi mano se mojaba por las gotas, cerré la ventana y al girarme vi a Michael, con una pequeña sonrisa naciendo en las comisuras de sus labios, me encantaba esa sonrisa, era pequeña pero muy tierna, se sentó en un sillón y yo le imité, de esa forma quedamos uno frente al otro.

-Te veo diferente...-dijo él con tono pensativo-¿te has hecho algo?-preguntó.

-Bueno, al parecer un baño relajante y un poco de maquillaje puede cambiar mucho a una chica-expliqué entre risas-sólo es eso, un baño de espuma y maquillaje de Doris.

-Estás preciosa, ¿quieres cenar conmigo esta noche?-preguntó-Pero no es una cita, es, es...Sólo...Una cena-prosiguió nervioso.

-Por supuesto que sí.

-Perfecto entonces, nos vemos en...Una hora, en el comedor, hasta luego-dijo levantándose del sillón y dándome un beso en la mejilla.

¿Por qué siempre tenía que ser tan extremadamente caballeroso y perfecto? Ya no sabía que imagen tenía de él, si para mí era mi amigo, mi hermano, o, algo más, no lo sabía, tenía una confusión de sentimientos enormes, pero de lo que sí estaba completamente segura, es que no quería que fuese algo más que un amigo, no podía estropear esa amistad por una tontería como es el amor, tampoco quería enamorarme de él, porque yo no tenía nada que darle, sólo sería un estorbo para él, no creo que el quisiera a una chica indecisa, torpe y rota, porque él era algo más que humano, él era un ser perfecto, y como ser perfecto que era se merecía a la chica perfecta no a mí, yo era las sobras de la humanidad.
Cuando salí de mi cavilación interna, me levanté del sillón y me fui a mi habitación a buscar algún vestido, o algo formal para la cena. Busqué en el armario profundamente, pero no encontré ningún vestido que valiese la pena, aunque, pensaba que no tenía porque nunca me había puesto un vestido, o una falda, y mucho menos tacones.
De repente, una idea apareció en mi mente, recordé la habitación de los juguetes, en la cual había un baúl y un perchero lleno de ropa, quizás allí habría algún vestido para mí.
Me fui a la habitación y rebusqué en el baúl y el perchero, eran todo disfraces, al cabo de un rato buscando me rendí y me senté en el suelo, en un momento vi una tela negra, sentí curiosidad y tiré cuidadosamente de ella, cuál fue mi sorpresa al ver que era un elegante vestido negro de gasa, con escote palabra de honor y una pequeña tira gris que decoraba graciosamente bajo el escote, ése era el vestido perfecto, sencillo y cómodo.
Me dirigí a la habitación con el vestido entre manos, me lo puse y me arreglé el pelo un poco, me miré el espejo y me sentía  orgullosa, por una vez en mi vida, de lo que veía en ese espejo, veía a una muchacha alegre y aparentemente sin problemas. Al cabo de un rato, Doris tocó suavemente la puerta de mi habitación para que la abriera.

-Denise, te están esperando-dijo sonriendo-vaya estás preciosa, pero...Te faltan los zapatos ¿Verdad?.

-Sí, no tengo tacones ni nada de eso-contesté.

-Espera aquí un momento-dijo mientras cerraba la puerta de mi habitación.

Me senté al borde de la cama a esperar a Doris, era una buena persona, siempre intentaba ayudarme en lo que podía y era muy bondadosa, sin duda, una de las mejores personas que podía haber conocido en mi vida.
Al cabo de unos, dos minutos, apareció por la puerta de la habitación, con unos maravillosos tacones negros con una cinta de brillantes, no dijo nada, sólo sonrió, me guiñó un ojo y se fue de la habitación.
Me probé los tacones y me quedaban perfectos, eran tan finos y hermosos, me dispuse a salir por la puerta, pero al ir a girar el pomo de la puerta algo me detuvo, una especie de escalofrío, pero no me importó, abrí la puerta y me dirigí hacia el comedor.
Michael estaba mirando por la ventana, llevaba una chaqueta roja, unos pantalones negros, sus clásicos pantalones negros, y un sombrero negro, al oír mis pasos se giró y esbozó una gran sonrisa, se acercó a mí y me contempló de arriba a abajo, sin dejar de sonreír, en ese momento supe, que ésa noche iba a ser mágica.

jueves, 11 de noviembre de 2010

7# You're My Dream



Dormí plácidamente toda la noche, aunque, antes de dormir estuve intentando adivinar durante varias horas qué era lo que le pasaba a Michael.
Soñé que podía volar y atravesar el cielo, pero no tenía alas, solo poseía esa habilidad, siempre quise volar con el propósito de sentirme libre, aunque, pensándolo bien, ya no me hacía falta volar, porque había algo en Michael que me hacía volar, estar junto a él era como rozar las nubes con las puntas de los dedos.

Me desperté a las doce del mediodía, era muy tarde así que me dí prisa en vestirme. Al terminar me dí cuenta de que sobre la pequeña mesita que había en la esquina de la habitación había una nota, me acerqué, la cogí y observé que era de Michael:

Buenos días pequeña, espero que hayas dormido bien.
Te dejo esta nota porque estaré todo el día fuera, pero en cuanto vuelva te tendré preparada una sorpresa.
Puedes hacer lo que quieras ¿vale? dejo la casa en tus manos, sé que sabrás cuidarla.
Te Quiero.

Suspiré y volví a dejar la nota sobre la mesa, todo el día sola en esa inmensa casa, ¿qué podía hacer? había muchas cosas para divertirme pero sin Michael no era lo mismo.
Por un momento aquel "te quiero" asomó en mi mente, no sabía que me pasaba ni quería saberlo, la verdad, no me importaba, sólo me importaba Michael.
Todavía seguía preocupada por la tristeza que él sentía últimamente, lo veía deprimido, ya no sonreía tanto ni se reía casi nunca, odiaba eso, no soportaba verle así, es como si, de algún modo, repercutiese sobre mí, como si sus penas, sus alegrías, como si todo, absolutamente todo lo que el sentía se reflejase de una manera en mí.

Decidí, tras varios minutos deliberando, que ese día sería completamente para mí, ya que nunca tuve tiempo para cuidarme. Me dí un baño relajante, por fin pude sentir el relax de darme un baño de espuma extra relajante, la gente siempre apreciaba esos momentos, ya sabía por qué; encontré un estuche de maquillaje en una de las habitaciones por las que estuve trasteando, no sabía de quién era, pero supuse que sería de Doris, ya que era la única chica, aparte de mí, que había en la casa. Sujeté el estuche entre mis manos y lo llevé hasta la cocina, buscaba a Doris, quería preguntarle si me dejaba usarlo, nunca me había puesto maquillaje, así que quería sorprender a Michael.
Efectivamente, como yo había previsto, Doris estaba allí, de espaldas a mí y troceando algo sobre la encimera, la comida, me acerqué a ella y le dí dos suaves toques en el hombro para advertirla de que estaba allí, ella se dio cuenta de ello, se giró y esbozó una sonrisa al verme.

-Buenos días señorita, veo que se ha despertado más tarde de lo normal-observó ella sin dejar de sonreír.

-Sí, se me pegaron las sábanas-contesté riendo-y por favor, tutéame-continué.

-Está bien-dijo ella-¿deseas algo?-preguntó.

-Sí, quería saber si me dejabas...Usar tu maquillaje, es que nunca me he puesto maquillaje y por eso no tengo, además quería sorprender a Michael, y también, me preguntaba, si podrías maquillarme tú, supongo que tendrás mucha más experiencia que yo-contesté tímida-todo eso si no tienes nada que hacer, claro está, no quiero molestarte.

-Claro que sí, ahora te ayudo cuando termine de trocear estas verduras, ya sabes que Michael es vegetariano.

Asentí y me senté en uno de los taburetes que había en la sala.
Mientras que ella terminaba de hacer sus tareas hablamos sobre Michael y descubrí muchas más cosas sobre él, me dí cuenta de que mientras más sabía, más me encantaba estar en su presencia y más me encantaba ser su amiga, y por qué no decir, que se había convertido en un sueño, un precioso, inocente, dulce y delicado sueño, que despejaba todos mis miedos y pesadillas.

Cuando Doris terminó sus tareas, me llevó al baño y empezó a maquillarme perfectamente, al parecer tenía práctica, porque, por lo que me había dicho, de joven fue maquilladora en una peluquería, pero que cambió su trabajo por unos problemas personales que tuvo.
Al terminar, me miré en el espejo y no me creía que la chica que se reflejaba en él era yo, mis ojeras desaparecieron y mis mejillas ya no eran pálidas, mis escuálidos y claros labios pasaron a ser la fuente central de color de mi rostro, mientras yo me observaba boquiabierta, Doris me miraba con auto eficiencia, se sentía orgullosa de haberme transformado o algo así.
Yo sólo quería dejar atrás a la chica sin pasado, y probablemente sin futuro, a la chica triste y con recuerdos horribles y quería dejar paso a la chica que sabe lo que quiere, a la que tiene bondad en su corazón, la chica que quiere curar las heridas sentimentales de un chico, que pese a estar rodeado de gente, se sentía solo. Si yo había aparecido en su vida, sería por algo, y ésa era mi misión, curarle y hacerle feliz, ayudarle a cargar todo el peso del dolor, ya que ni él mismo podía con ese dolor, nunca viene mal una ayuda, y yo le levantaría cuando él se callese.




sábado, 6 de noviembre de 2010

6#His Secret Love.




Estuvimos un rato charlando sobre muchos temas diferentes, él sólo quería cambiar de tema y no tocar el tema de mi infancia, charlamos, tomamos zumo, nos divertimos, reímos y se nos pasó el tiempo volando, bueno, al menos a mí, de repente y no sé como salió el tema del amor.
La verdad yo nunca me enamoré, ni tenía necesidad de hacerlo, me parecía que ése sentimiento sobraba dentro de mí, o, que simplemente, no tenía el corazón lo suficientemente preparado como para sentirlo, me aterraba completamente enamorarme, porque ya, sin enamorarte de alguien, puede hacerte mucho daño.

-¿Te has enamorado alguna vez?-preguntó.

-No, no me he enamorado ninguna vez, y no quiero enamorarme ¿sabes? no quiero que me hagan daño, y tú, ¿te has enamorado?.

-Una vez, pero la chica no correspondía al amor que sentía por ella, así que sólo quedó en amistad, aunque, cada vez que la viese mi corazón diese un vuelco, ella parecía no entender la magnitud de mis sentimientos. Y ahora la estoy buscando, llevo cerca de un año buscándola y cansando a los que están a mi alrededor para que la encuentren-hizo una pausa para retirarse uno de los rizos de la frente-he llorado mucho por ella, cosa que ella nunca sabrá porque no podré decírselo, no podré ni siquiera mostrarle mis sentimientos, una vez más. Es la chica perfecta, la ideal para que sea la madre de mis hijos.

Sus palabras fueron tan reveladoras y profundas, estaba muy enamorado de aquella chica, qué afortunada, tenía al hombre mas hermoso del mundo a sus pies, y ella, le rechaza haciendo que él se planteé el volver a conquistarla.
A veces pensaba que estaba sola en un mundo lleno de gente, aunque todo eso cambió rápida e inesperadamente cuando me metí de cabeza en el mundo de Michael, un cuento de hadas.

Odiaba cada instante en el que él se separaba de mí, odiaba cuando no me miraba, cuando no olía su perfume cerca, quería toda su atención sobre mí, porque mi vida estaba depositada en él, había hecho un contrato con un ángel, el trato más difícil para una persona, entregar el corazón y el alma a otra persona, algo, que inconscientemente yo había hecho, y en ocasiones, me preguntaba si me había equivocado de persona.
No sabía cuál era el sentimiento que él despertaba en mi interior, pero dolía, y no sabía por qué, yo no quería que me doliese, quería que me llenase, que me llenase de luz, de color y de vida, la vida que yo nunca había tenido antes, hasta que él apareció.

Pasaron los meses y rápidamente me dí cuenta de que estábamos en marzo, todas esas horas, esos días y esos meses se me habían pasado volando, y él comenzó a hacerse más cercano a mí, algo que me encantaba, coger confianza con las personas adecuadas es hermoso.
A finales de ése mes empezó a grabar su nuevo álbum, algo que a él le entusiasmaba mucho, pero a la vez le cansaba, podía tirarse horas y horas en el estudio grabando una y otra vez las mismas canciones.
Ése mes también era mi cumpleaños, nunca celebré mi cumpleaños, no lo veía como motivo de celebración.

Esa noche me fui a dormir temprano.
Michael dormía en la última habitación del mismo pasillo.
Todas las noches teníamos la costumbre de irnos al salón, bebernos un vaso de leche y ver alguna película, pero esa noche no, esa noche Michael no dijo nada, ni habló de nada, ni siquiera me dijo  buenas noches, estaba claro, que algo le había pasado, un ángel no se entristece por cualquier cosa.






miércoles, 3 de noviembre de 2010

5#The First Rule Is...Get Wet.



En la parte de atrás de la casa se podía apreciar muchísimo más la amplitud de todo el rancho, porque se veía el campo abierto, era precioso, se veían también la piscina y las atracciones.
Vi que había un porche, con escalones para subir hacia él, tenía una mesa y sillas de mimbre con cojines gruesos.
Encima de la mesa había una jarra con zumo de naranja  y dos vasos en los distintos lados de la mesa.
Michael seguía sosteniéndome la mano y sonriendo. Me llevó hasta aquel porche y se dirigió hasta una caja que había en una esquina del porche, se agachó, sacó una bolsa de la caja y la dejó sobre la mesa en la que estaban la jarra y los vasos, mientras yo le observaba extrañada.

-Verás, una de las reglas de Neverland es mojarse-dijo mientras abría la bolsa con cuidado y sacaba muchos globos de agua- y tú aún no te has mojado-prosiguió esbozando una sonrisa traviesa.

-Michael, siento aguarte la fiesta, y nunca mejor dicho, pero yo sí que me he mojado, esta mañana, en la ducha ¿recuerdas?-contesté entre risas.

-Eso no vale-replicó mirándome de reojo-tienes que participar en una guerra de globos de agua-dijo él, manteniendo la sonrisa traviesa.

-Soy una chica torpe e indefensa, no puedes hacerme participar en eso-dije intentado darle pena, pero no podía contenerme la risa-ten piedad de mí, por favor-continué poniendo ojitos de cordero.

-Estás muy mona haciendo ojitos pero no hay excepciones, es una regla-dijo agarrando uno de los globos de agua y tirándomelo.

-¡Michael!- grité y empecé a correr tras él.

Me hice con varios globos para lanzárle  aunque fuese uno y que le diese.
Pero no lo conseguí, siempre se escabullía, era demasiado rápido y ágil para mí, que nunca había jugado a este juego, bueno, ni a este ni a ninguno.
Pasamos un rato corriendo, ya que después de que él ganara la guerra de globos de agua y me lo hubiese restregado mil veces, me pidió que jugásemos al tú la llevas, yo acepté como una tonta, al parecer le gustaba ver como me cansaba y como él ganaba siempre.
¿Por qué tenía que tener aquella rapidez? bueno y, ¿por qué  yo tenía que ser tan torpe?, lo digo porque en uno de los intentos de agarrarle tropecé y caí encima suya, nos quedamos mirándonos con cara de tontos y de repente empezamos a reírnos escandalosamente.
Después de ayudarme a levantarme me pidió que le siguiera hasta el porche.
Cuando llegamos, nos sentamos en las sillas de mimbre y nos servimos un poco de zumo de naranja.
Empezamos a hablar sobre la infancia de Michael, al parecer fue un poco triste porque sólo trabajaba y no podía salir a jugar con los otros niños, además de mas sucesos, entonces salío un tema un poco delicado para mí, mi infancia, Michael me preguntó sobre ella:

-¿Fue feliz tu infancia?-preguntó Michael sonriente.

-Bueno, cuando me encontraste yo acababa de salir de un orfanato, estuve allí desde que tengo memoria y nunca he sabido quiénes eran mis padres-hice una pausa para dar un sorbo al zumo-ni si quiera sé si les pasó algo, si siguen vivos, si...Me abandonaron, sólo sé mi apellido, por lo del colgante, ya sabes-Michael asintió, estaba serio-y no creo que mi nombre verdadero sea Denise, probablemente me lo pusiera la encargada del orfanato, que por cierto, me odia-hice una pausa porque sentí un escalofrío por la espalda-a veces, cuando cierro los ojos o duermo, se me vienen imágenes a la cabeza, horribles imágenes, que supongo que serán recuerdos.

-Oh vaya, yo, siento mucho si te molestó la pregunta, creo que tuvo que ser muy duro para ti vivir sin padres y en un sitio donde no conoces a nadie y encima te odian-contestó él a mi explicación haciendo una mueca de tristeza.

Se levantó de la silla y se dirigió hacia mí para abrazarme tiernamente.
En ese momento, comprendí, que sí había alguien en este insólito mundo que podría comprenderme verdaderamente...

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Lector@s, quería hacer este pequeño inciso para agradecer los comentarios, me sirven para que esta historia sigue adelante, muchas muchísimas gracias os aprecio mucho :D
Para Liberian Girl:
¡Claro que pongo tu historia en las que merecen la pena, porque lo creo! y de nada (:
Y no, la de los personajes no soy yo, ojalá e__e xD en la página de contactos puse mi facebook, no el personal, el de la historia, y si tienes me agregas si quieres, que un día subiré alguna foto mía para que me conozcáis mejor, me haría mucha ilusión ^^

Esto es todo.
Gracias por leer la historia (:

Att.D.Farrel.





lunes, 1 de noviembre de 2010

4#You'll Be My First Best Friend.




Al despertarme y encontrarme con Michael abrazado a mí, me asusté un poco. Me deshice de su brazo y me levanté con cuidado de no despertarle.
Siempre al despertarme me gustaba asomarme a la ventana para ver el mágico paisaje que tenía aquel rancho, me recordaba tanto a algo...Pero no sabía el que, y eso me fastidiaba bastante.
Observé que en una de las sillas había ropa femenina, no sabía como había llegado ahí, pero supuse que sería la mía.
Cogía la ropa y una toalla del armario y salí por el pasillo para localizar el baño, estuve dando vueltas sin sentido por la casa, era demasiado grande para lo que yo estaba acostumbrada, el orfanato era una casa pequeña con tres pequeñas  habitaciones para diez niños, y de repente aparecer en una casa tan grande me mareó un poco.
Después de un rato intentando encontrar el baño alguien tocó mi hombro, como siempre, era él, parecía ser una especie de ángel de la guarda o algo por el estilo, siempre aparecía en el momento justo.

-¿Qué haces por aquí?-preguntó con una sonrisa.

-Pues...Buscaba el baño, pero creo que tu casa es como un laberinto, nunca encuentro las salas a las que quiero ir, no sé como tú las encuentras-contesté.

-Está justo ahí-dijo él señalando la puerta que estaba enfrente nuestra.

-Pero si he pasado por ahí un montón de veces, no puede ser...Tu casa está encantada-dije mientras miraba a la puerta.

-Se construyó sobre una casa encantada-explicó el con un tono misterioso.

-¡Qué mentiroso eres!-exclamé yo a la vez que me metía en el baño.

-¡Yo que tú tendría cuidado, puede haber una niña en la bañera!-predijo él.

-¡Eres un mentiroso!-dije.

Después de oír una de esas risitas inocentes suyas se hizo el silencio.
Me metí en la ducha y me dí una de esas duchas de media hora que te relajan y hacen que lo olvides todo.
Salí de la ducha, me sequé, vestí y peiné, y, por una vez en mi vida, me sentí en casa.
Me miré al espejo, examinando cada parte de mi rostro, veía mis ojos cansados a pesar de ser tan joven, las ojeras, las pequeñas pecas que decoraban graciosamente mi nariz, no me consideraba una belleza, es más, mentalmente soy una de las personas más débiles del mundo, era torpe, ignorante e inocente, y la gente solía aprovecharse de eso, pero ya no más, ahora me sentía segura de mí misma, porque era como si estuviese en mi casa, era como si hubiese vuelto a mi hogar después de unas horribles vacaciones.
Cuando dejé de mirarme de el espejo, miré el reloj de muñeca que llevaba puesto, ya eran las once del día, había estado una hora allí metida.
Salí del baño y bajé las escaleras que había justo al girar la esquina, llegué a un inmenso salón con una chimenea, la cual estaba encendida, había una pequeña mesita, de esas que son para poner revistas, tazas y demás cosas decorativas, unos hermosos sillones de estilo victoriano, me acerqué a uno de ellos y lo rocé con la mano, era de un tacto muy suave, el suelo cubierto del típico mármol blanco y negro y una gran alfombra muy decorativa, había, también, una gran estantería llena de libros, siempre había adorado leer, era como irse de viaje mentalmente, podía ver todo lo que quisiese con la imaginación y me encantaba.
Me senté en uno de los sillones y cerré los ojos, en el instante en el que cerré los ojos otro de esos nítidos recuerdos volvió a mi mente; veía una granja, situada en un prado enorme lleno de flores, y volví a ver a la niña de pelo cobrizo, debería de tener unos cuatro años, estaba jugando con un perro, un perro precioso de pelaje dorado, de repente, empezó a llover y la niña se metió a la granja, los rayos caían y la niña estaba asustada, parecía buscar a alguien, pero no lo encontraba, pude ver como se abrían las puertas de la granja, y justo en ese momento, abrí los ojos y vi llegar a la mujer que estuvo el día anterior en la habitación.
Era una mujer rubia de ojos marrones y tez pálida, de postura disciplinada pero con una sonrisa siempre en la cara, se acercó a mí.

-¿Desea algo, señorita?-preguntó educadamente.

-No, muchas gracias, em...-contesté intentando adivinar su nombre.

-Doris, me llamo Doris y soy la encargada de la casa-dijo sonriente.

-Encantada Doris-esbocé una pequeña sonrisa.

-Si desea algo no dude en llamarme-dijo mientras se iba alejando.

Me volví a quedar sola, era el único inconveniente que le ponía a esa casa, casi siempre te quedabas solo, la verdad, empecé a echar un poco de menos la compañía de Michael, y fue en aquel preciso momento en el que entendí por qué me pidió que me quedase con él.
Me levanté del sillón y me fui hacia la estantería a ver qué libros tenía Michael, había libros de todo tipo, pero sobretodo me llamó la atención uno, tenía una cubierta antigua y unas letras que ponían Peter Pan en dorado, era mi cuento favorito, Peter Pan, me gustaba mucho y me identificaba completamente con el chico que no quería crecer.
Cogí el libro y me volví a sentar en el sillón a leer el libro, perdí la cuenta de cuántas veces leí esa historia, estuve leyendo mucho tiempo hasta que alguien tocó mi hombro, era Michael.

-Hola-saludó él.

-Hola.

-¿Te gusta Peter Pan?-preguntó sorprendido.

-Sí, es mi cuento favorito.

-El mío también, de hecho, éste rancho se llama Neverland.

-Qué bonito.

-Sí, me encanta Peter Pan, yo soy como él, no quiero crecer, quiero ser un niño para siempre.

-Yo también, es maravilloso.

-Sí, ¿sabes? Tú serás mi primera mejor amiga.

-Tú también serás mi primer mejor amigo.

Me quitó el libro de entre las manos y me abrazó, después, me dijo que tenía una sorpresa, y que le siguiera, me llevó hasta la parte trasera del rancho.



"Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro, fuego que arde y centellea en los ojos del amante, o más bien es torrente desbordado que las lágrimas acrecen, qué más podré decir de él... diré que es locura sabia, hiel que empozoña una dulzura embriagadora"

Romeo Y Julieta-William Shakespeare.