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Att. D.Farrel

domingo, 31 de octubre de 2010

3# Playing Hide And Seek.



De repente me entró la típica risa floja, siempre tuve esa risa de niña pequeña que me delataba.
Noté que los pasos se acercaron al perchero, dejaron de sonar y escuché una risa tímida.
En un acto reflejo me tapé la cara con las dos manos, seguidamente, alguien apartó una de las chaquetas y me quedé al descubierto; volví a oír esa risa, era una risa dulce y encantadora.
Aparté las manos de mi cara lentamente dejando ver sólo mis ojos azules, al ver quién era me sonrojé, no sabía por qué, pero me salió así, él se quedó parado enfrente mía sin dejar de sonreír, me tendió una mano y me aferré a ella para poder salir de allí.

-¿Qué hacías ahí?-preguntó entre risas.

-Esconderme...-respondí sonrojada.

-¿De qué?.

-No sé, tenía miedo de que no me dejasen explorar la casa, oí tus pasos y lo primero que se me ocurrió fue esconderme.

-¿Sabes? Me gusta tu forma de pensar, es inocente-explicó él, sentándose en el suelo-siéntate Denise-le hice caso y me senté-¿sabes? se me hizo muy raro que no me conocieses, ¿dónde vives? ¿en una cueva o algo así? soy una estrella, todo el mundo me conoce, ¿no te suena Thriller?-me limité a negar con la cabeza-Vaya...Qué raro, no sé, todos me conocen, encontrarme con alguien así es algo, gratificante, sí, gratificante, quizás seas una de las pocas personas que no me juzgue-resultaba tan...Tierno, al parecer sólo buscaba a alguien que le entendiese-¿no tienes familia?-prosiguió, cambiando de tema, un tema bastante delicado para mí.

-No lo sé, la verdad, he crecido en un orfanato y ayer me tenía que ir ya de allí, tenía dos opciones o irme a trabajar a una zapatería de la capital o curiosear por "Santa Ynez" y que sucediese un milagro-expliqué, me  fijé en que estaba muy atento-la única pista que tengo de mi familia es este colgante, gracias a él se mi apellido-dije quitándome el colgante y señalando en el centro de el círculo dorado -¿Ves? Pone Farrel, ése es mi apellido.

-Entonces, ¿a dónde vas a ir? no tienes casa, y creo, y espero no equivocarme, que tampoco tienes ningún recurso.

-No tengo nada.

-Podrías quedarte aquí, estoy solo, sólo tengo a los encargados del hogar y demás, y a veces, a Liz, una buena amiga, por eso, no me vendría nada mal un poco de compañía.

-Sólo te serviría como molesta, Michael-repliqué-no creo que sea buena idea, además ya has hecho bastante por mí salvándome del frío y dejándome dormir en tu casa, es demasiado de verdad-dije mientras me levantaba-ya encontraré la manera de sobrevivir, iré a la zapatería, o no sé, pero tranquilo, no quiero ser una molestia.

-No serías una molestia, ya te lo dije, necesito a alguien que me dé compañía-protestó impidiendo que me levantase-además tengo muchas habitaciones vacías, odio ver las habitaciones vacías, es como si me faltase algo, tengo sitio y tiempo de sobra hasta que empiece con mi nuevo proyecto, las giras y todas esas cosas, por favor, tendrás todas las comodidades y todo lo que quieras, pero quédate, por favor-no entendía aquella necesidad de tener compañía de alguien como yo, pero yo tampoco era nadie para rechazarle nada, y menos sabiendo que me había dejado dormir en su casa sin conocerme siquiera, estaría mal negarle el único favor que me pedía.

-Está bien-acepté a regañadientes, seguía sin estar muy convencida-pero sigo creyendo que seré una molestia.

-Te lo repito, no serás una molestia y...Gracias, muchas gracias-dijo él dándome un cálido abrazo, acababa de conocer otro lado de Michael, era un efusivo.

El resto del día estuvimos jugando con los juguetes, viendo películas y planeando cómo conseguiríamos ropa para mí, porque tenía muy poca, y casi toda me la dejé en el orfanato.
Me explicó quién era él, me enseñó su música, sus vídeos, sus bailes y me encantaron, desbordaba una magia inexplicable, y lo mejor, sin duda, era que aquella magia no tenía truco, es de ese tipo de magia que sólo tienen los seres mágicos, como él.
También era una persona muy inocente como para ser adulto, había conservado aquel niño que todos tenemos dentro y que la mayoría perdemos al crecer, algo que, desde mi punto de vista,es muy penoso, yo también logré conservar a la niña de mi interior y me encantaba, porque pese a que muchos decían que vivía en la ignorancia y que tenía que salir de ella, yo no quería, me negaba rotundamente a dejar de ser una niña.
Cuando estuvo atardeciendo, me explicó que esa era su parte favorita del día, porque, según él, era el momento más mágico y precioso y que todos los días le daba gracias a Dios por concedernos algo así, llevaba razón, era hermoso ver aquella mezcla de colores y al Sol ocultándose para dejar paso a mi astro favorito, la luna, para mí la luna era como la madre del espacio, me daba esa sensación, para mí era el planeta más hermoso de todos.
Michael veía las cosas de una manera distinta a los demás, siempre intentaba sacar a las cosas un lado positivo, eso estaba muy bien, porque yo tenía la teoría de que aunque todos intentasen derrumbarte tú tienes que salir adelante y cuando seas el más grande, entonces, ellos te respetarán y tú les perdonarás, ésa era la teoría que yo me había construido a lo largo de los años.

Cuando, al fin, cayó la noche, Michael, decidió mostrarme la que sería mi habitación, estaba al final de un largo pasillo, la de Michael estaba justo al otro final del mismo pasillo.
Al abrir la puerta de mi habitación, pude ver que era una de las habitaciones más hermosas que jamás haya podido ver en toda mi vida.
Era una habitación de estilo rural, con una parte de la pared cubierta en piedras grandes, no quedaba nada tosco, eso era lo que le daba el aire rural, aparte de los muebles, claro está, la pared era de un color amarillo anaranjado, muy bonito y suave, había una cama de matrimonio cubierta con un cubrecama color crema, los muebles eran de una madera clara muy suave y había una televisión encima de un mueblecito.
Al ver la televisión le pedí a Michael que viese una película conmigo, y aceptó, me dejó una camiseta suya, para que la usase como pijama esa noche.
Vimos Peter Pan, la verdad, nunca vi esa película, pero si me leí el libro cientos de veces, y ver como uno de mis personajes favoritos tomaba vida me emocionó. Al terminar la película, nos quedamos dormidos sin darnos cuenta, abrazados como dos niños.

2# Being Free.






Pasaron los cinco minutos más largos de mi vida, parecía que al chico no le gustaba mucho hablar.
Yo quería saber su nombre, así que le pregunté:

-Bueno, ¿cómo te llamas?-pregunté seria, pero a él parecía haberle hecho mucha gracia ya que empezó a reír.

-¿Es una broma?-preguntó intentando parar de reír. 

-No...-respondí yo, no sabía qué tenía de graciosa la pregunta que hice.

-Vaya-dijo él poniendo su semblante serio-lo siento, pero...Es que, todo el mundo sabe cuál es mi nombre.

-Parece que todo el mundo no-contesté riendo.

-Ya lo veo, me llamo Michael, ¿ y tú?.

-Denise-respondí sonriendo.

-Bonito nombre.

Ahí se volvió a acabar nuestra conversación.
¿Por qué siempre me tenía que quedar como si estuviese hipnotizada mirándole? No era algo normal en mí.
Pasamos otro rato en silencio, hasta que alguien entro a la habitación, no sin antes tocar suavemente en la puerta y pedir permiso para entrar.
Era una señora de unos cuarenta años, parecía una sirvienta o algo así, vino para avisar al tal Michael de que tenía una visita.
Él se fue y me quedé sola, otra vez, en la habitación, había un reloj en la pared de enfrente y veía como la manecilla de los segundos se movía, me dí cuenta de que el tiempo pasaba muy lentamente.
Estuve pensando y la verdad, fue un gesto muy cortés que Michael me dejase dormir en su casa sin ni siquiera conocerme, tenía que hacer algo para agradecérselo, pero...¿Qué podía hacer? No sabía cuánto tiempo estaría en su casa, así que, decidí dar vueltas por la casa y explorar un poco.
Salí de la habitación con cuidado de que nadie me viese, ya que, quizás estaba mal explorar la casa sin el permiso de Michael.
El pasillo por el que iba era inmenso, el suelo era de mármol, resbalaba un poco y las paredes tenían  una cenefa de madera decorándolas graciosamente, había imágenes de dibujos colgadas por las paredes.
Encontré una habitación llena de juguetes, ¿acaso el chico tenía hijos?, no había oído a ningún niño reír o corretear por los pasillos; la sala me llamó la atención, la pared era de un color azul verdoso muy llamativo y el suelo de una madera oscura, había todo tipo de juguetes que os podáis imaginar, incluso un pequeño carrusel con un grabado, sostuve el carrusel y leí lo que ponía:

"Para mi nieto Michael, porque sé que estos juguetes te vuelven loco, con mucho amor.
Tu abuelo, Prince."

Ese carrusel debía de ser muy importante para Michael.
Al poner el carrusel en su sitio me vino un recuerdo a la cabeza, un confuso recuerdo, había una niña, con el pelo color caoba ondulado,como el mío, subida en el regazo de un hombre mayor, su abuelo, probablemente, el hombre sostenía un caballo de juguete, al parecer, de madera, entre sus manos, la niña sonreía y lo cogía, de repente, el hombre levantó la mirada, en su mirada se reflejaba el miedo, cogió a la niña en brazos dejando caer al caballito de madera y se fueron alejando poco a poco. Derramé una inconsciente lágrima que rápidamente me la sequé con una de las mangas de mi chaqueta.
Empecé a oír unos pasos que se acercaban a la habitación, busqué un lugar en el que esconderme en la habitación, me percaté de que había un perchero lleno de chaquetas antiguas, parecían disfraces, me escondí detrás del perchero y como había previsto, los pasos se fueron acercando más y más a la habitación.

sábado, 30 de octubre de 2010

1# Every Story Has A Beginning.





"¿Qué es lo que sientes cuando te das cuenta de que estás solo?¿Qué sientes al ver que todos te rechazan?¿Qué sientes al darte cuenta de que nadie te quiere a su lado?¿No lo sabes? Yo sí. "


Mi historia comienza a finales de los 80, el año 1989, en concreto, vivía en un orfanato de Los Ángeles, tenía 23 años, y ya era hora de irme de allí, pero  ¿a dónde iría? estaba sola, sin padres y no tenía ni un sólo centavo.
Me despedí de los niños y de la jefa del orfanato, una malhumorada señora llamada Helen Black.


-Ya era hora de que te fueras Denise-dijo mientras yo salía por la puerta de la casa, sin maletas, no tenía nada para llevarme, sólo algunos difusos recuerdos-has pasado mucho tiempo aquí-continuó.


-No podía hacer otra cosa-contesté jugueteando con mi colgante.


-¿Te piensas que algún día encontrarás a tu familia?-me preguntó soltando una  risotada hipócrita.


-Eso espero-contesté sin hacerle mucho caso.


-No la encontrarás y lo sabes-dijo sin darme muchas esperanzas-te he buscado un trabajo en la zapatería de la plaza, me debes una-prosiguió cerrándome la puerta dejando el sonido de un portazo.


"Perfecto", pensé en voz alta pero sin que Helen me oyera, "una zapatería", me abroché los botones de mi rota chaqueta y seguí un camino hasta encontrarme con una señal, tenía dos opciones o seguir mi camino y trabajar para toda mi vida en esa zapatería o ir a "Santa Ynez", no sabía qué era "Santa Ynez", y quería saberlo, tenía mucha curiosidad, así que tome ese camino, era largo y encima hacía frío, normal, estábamos en diciembre, pero tampoco quería estar toda mi vida arreglando zapatos, no tenía ni idea de como se hacía.
Había muchas pequeñas casas rústicas, por lo que pensé que quizás era una urbanización, ¿qué iba a hacer yo en una urbanización?, nada, pero no me importaba quería seguir subiendo, a lo mejor, por un golpe de suerte me encontraba un billete de cien dolares o algo por el estilo, qué imaginación la mía.
Sin darme cuenta ya eran las nueve de la noche, y me moría de hambre, pero seguí caminando,  
me fijé en que después de esa cuesta tan enorme había una especie de casa, o algo así, no sabría definirlo del todo, pero sólo puedo decir que el portón era hermoso, con letras en dorado, aunque estaba tan mareada, de no haber comido en todo el día, que no veía bien las letras.
De repente sentí como me venía abajo, fue como sentir un fuerte golpe en el estómago, y me desplomé.
El suelo estaba húmedo y frío, porque cuando llegué a las puertas de esa casa estaba nevando.
En mi mente sólo había imágenes un poco distorsionadas, recuerdos quizás, era horribles, no me gustaban nada. En un instante vi, en mis recuerdos, como un hombre me sostenía y lo sentía, sentía como aquel hombre me sostenía, tenía las manos frías, decidí abrir los ojos para cerciorarme si lo que estaba viviendo era un recuerdo o una realidad, pero no podía abrirlos, yo quería saberlo, quería saber quién me sostenía entre sus brazos.
Sentí que, de repente, un calor me envolvía y que me cubría una suave tela.
Estuve inconsciente toda la noche, cuando me levanté estaba en una cama, una cama muy grande en una habitación inmensa de paredes pintadas en color crema y un gran ventanal, tenía unos finos visillos que ondeaban al compás del viento que entraba por la ventana.
Me estiré gustosamente, aparté las sábanas y me dirigí hacia el ventanal, me asomé y vi un gran rancho, era maravilloso, y había unas cuantas atracciones, ¿qué pintaban unas atracciones de feria en un rancho?, la verdad, no me importaba, era todo tan mágico.
Empezó a hacer un poco de frío así que cerré las ventanas y me giré.
Al girarme me encontré con un chico apoyado en el marco de la puerta, unos graciosos rizos que asomaban por la parte frontal  del sombrero le caían por la frente y una juguetona sonrisa nacía en las comisuras de sus labios.
Sin decir nada, entró a la habitación, giró una silla para sentarse apoyando los brazos en la espaldera y se sentó, sin dejar de sonreír.
Yo me quedé observándole extrañada, no sabía quién era, pero supuse que sería el dueño de aquella magnífica casa.
Me senté al borde de la cama, sin quitar el gesto de extrañeza de mi mirada y él mismo decidió romper el silencio.


-¿Has dormido bien?-preguntó el chico desconocido con una voz aniñada.


-S...Sí-tartamudeé, era muy tímida y conocer a gente nueva me aterraba un poco.


-Me alegro-prosiguió él aclarándose la voz-te encontré en las puertas de mi casa y no podía dejarte ahí con la nevada que estaba cayendo, lo siento si ha sido una extremada confianza, pero ya sabes, no podía dejarte allí muriéndote de frío.


-Gracias...-contesté sintiendo como la sangre llegaba a las mejillas provocando que me sonrojase.


Se quedó un momento observándome, haciendo que hubiese un silencio muy incómodo, algo, que yo no soportaba.



"Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro, fuego que arde y centellea en los ojos del amante, o más bien es torrente desbordado que las lágrimas acrecen, qué más podré decir de él... diré que es locura sabia, hiel que empozoña una dulzura embriagadora"

Romeo Y Julieta-William Shakespeare.